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Academia Sociedad

Así se debe preparar el Valle de Aburrá para las lluvias torrenciales 

13/02/2025
Por: Carlos Olimpo Restrepo S. Periodista de la División de Comunicaciones de la UdeA 

Desde 1996, los eventos de lluvia extrema han aumentado en Antioquia, en especial en el Valle de Aburrá, con consecuencias como desbordamiento del río Medellín y inundaciones cada vez más frecuentes. Frente a esto, un experto de la Universidad de Antioquia propone intervenir en cuatro aspectos, para estar preparados ante emergencias que pueden ser más graves que las ocurridas a finales de octubre de 2024 en Valencia, España. 

Desde la semana pasada la temporada de lluvias en el Valle de Aburrá. En este periodo las autoridades invitan a conducir con precaución y a estar tentos a las vías inundadas —en especial soterrados—, árboles caídos y deslizamientos, entre otras posibles incidencias. Foto: cortesía DAGRD.

La atmósfera es una zona gigante que rodea los planetas, donde se acumulan gases que nos protegen del Sol; para el caso de la Tierra, su capa más cercana a la superficie, la tropósfera, hay una gran cantidad de oxígeno y vapor de agua que se manifiestan en fenómenos como las lluvias, las nevadas o los vientos. 

A veces esas precipitaciones ocurren de manera intempestiva y violenta, como es el caso de los huracanes y las depresiones atmosféricas, o en cantidades abundantes, que afectan amplias áreas y ponen en riesgo cientos de miles de vidas cada año en el planeta, eventos que se han vuelto más frecuentes en años recientes.  

Para ponerlo en contexto, el profesor Juan Fernando Salazar, de la Escuela Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la UdeA, explicó esas caídas de agua torrenciales de la siguiente manera: «es como si tuviéramos un balde encima lleno de agua, que se va vaciando a lo largo del año, pero esta vasija se ha hecho cada vez más grande y puede haber momentos en que lo que cae en un solo momento es equivalente o la mitad o más, y hasta la totalidad, de su contenido, algo para lo que no estamos preparados». 

Fenómenos como los ocurridos en Valencia, España, a finales de octubre de 2024, o en la autopista norte en Bogotá, a comienzos de noviembre de 2024, o los momentos de años anteriores en que el río Medellín ha estado a punto de desbordarse en diferentes sectores, como el 4 de abril de 2024, el 17 de enero de 2023 o el 6 de abril de 2021, son una muestra de estos eventos, llamados torrenciales. Recientemente en la avenida Guayabal de Medellín, un árbol cayó sobre la calzada derecha, y otro en Belén Fátima, lo que obstaculizó el tráfico y requirió la intervención del Cuerpo Oficial de Bomberos de Medellín.

Un informe de 2022 del Sistema de Alerta Temprana —Siata— del Valle de Aburrá recordó que «desde 1996 estos eventos extremos han aumentado su frecuencia e intensidad en Antioquia, y se espera que estos valores sigan creciendo». 

«Los planificadores e ingenieros que adelantaron, a partir de los años 50 del siglo pasado, la canalización del río Medellín y de las quebradas del Aburrá seguramente esperaban ver, si acaso, situaciones como esas una vez en sus vidas, pero ahora tenemos que hacerles frente varias veces por año. Esto nos muestra que esas obras ya no son suficientes para contener las corrientes», anotó Salazar. 

Las causas están identificadas 

Este docente, miembro del Grupo de Investigación en Ingeniería y Gestión Ambiental —Giga— con maestría y doctorado en Recursos Hidráulicos y quien lleva más de una década de investigación continua sobre las inundaciones en el Valle de Aburrá, considera que es cuestión de tiempo que en esta región de Antioquia se presente una situación similar a la de Valencia. 

Según el mencionado informe del Siata, el calentamiento global, una de las manifestaciones del cambio climático, es un factor que alimenta la ocurrencia de las precipitaciones extremas de lluvias, con consecuencias para la población, la infraestructura y la naturaleza.  

«El cambio climático no solo incrementa la capacidad de la atmósfera para acumular vapor de agua, sino que también, esa agua evaporada tiene que caer en algún momento de nuevo hacia la tierra. Según las proyecciones del Panel Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático —IPCC—, la relación directa con el agua disponible en la atmósfera en función de la temperatura dará paso a precipitaciones más intensas, así como a inundaciones costeras», sostuvo el documento. 

En el caso de Medellín, a lo anterior se debe agregar la manera en que ha crecido la ciudad hacia las laderas y el sur de la región, lo cual hace que, con las precipitaciones fuertes, el agua no tenga cómo contenerse para bajar gradualmente por las quebradas, sino que llegan muy rápido al río y «por eso se acumula en poco tiempo en el fondo del valle y no hay cómo evacuarla a la misma velocidad», explicó Salazar. 

Se recomienda estar atentos a las actualizaciones del Sistema de Alerta Temprana de Medellín —Siata— y a las indicaciones de los organismos de emergencia como el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres —Dagrd—. Foto: Dagrd.

Propuestas para estar preparados

Ante este panorama, el profesor Juan Fernando Salazar consideró que, aunque las administraciones del Distrito de Medellín y de otros municipios, así como otras entidades de carácter departamental y ambiental, son conscientes de la situación y tienen planes para enfrentarla, se deben reforzar algunos aspectos. 

«Este es un tema que entendemos y por eso sabemos cómo resolverlo, es decir, esto no es un caso perdido, pero hay que empezar a implementar planes urgentes», sostuvo el experto, tras lo cual sugirió acciones perentorias en cuatro puntos para reducir el riesgo de daños graves por eventos climáticos extremos o de lluvias torrenciales. 

Sobre el sistema de alerta temprana, consideró que el existente en el Valle de Aburrá es bueno, pero sostuvo que es necesario mejorarlo, con el fin de que los habitantes tengan más tiempo para hacer una evacuación segura en caso de emergencia. 

Respecto a la cultura ciudadana y a los protocolos de respuesta, Salazar señaló la necesidad de que las administraciones locales tengan planes claros para hacer frente a estos problemas y que las comunidades acaten las instrucciones y hagan caso a las alarmas. «La educación y la práctica, los simulacros, son fundamentales para responder con rapidez y salvar vidas», enfatizó. 

Es necesario crear normas de construcción resilientes, lo cual significa, según Salazar, que las ciudades cuenten con sistemas de drenaje sostenibles y soluciones basadas en la naturaleza, con el fin de que las obras nuevas retarden el flujo de agua hacia los ríos. 

Respecto al reordenamiento territorial, el docente también propuso priorizar la protección de ecosistemas como los humedales y evitar construcciones en áreas vulnerables. «Estrategias como pagar para no construir pueden prevenir que la expansión urbana agrave los riesgos», sostuvo. 

El investigador admitió que esto puede significar costos muy elevados, porque, en el caso del Valle de Aburrá, hay tierras que pueden ser de protección, pero como están en áreas urbanizables son muy caras. «Sin embargo, es menos costoso adquirirlas y frenar la construcción en ellas, que atender una emergencia de grandes dimensiones y reconstruir grandes zonas de la ciudad», aseguró Salazar. 

Así cae la lluvia en Medellín

El comportamiento anual de las lluvias en Colombia depende de si hay presencia de los fenómenos climatológicos El Niño y La Niña, pero en un año normal la precipitación promedio es de 3240 milímetros de lluvia, según datos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales —Ideam—. 

Un milímetro de lluvia equivale a un litro de agua sobre un metro cuadrado, es decir, que, si se pudieran acumular todas las precipitaciones anuales, sin que se evaporaran, tendríamos 3240 litros en cada metro cuadrado del territorio nacional o 3,24 metros cúbicos de agua sobre esa superficie. 

En el país, las regiones de mayor pluviosidad son el Pacífico y la zona Andina, donde está Medellín. En esta ciudad, el promedio anual de lluvias es de 1 881 milímetros y en abril, mes de lluvias, caen entre 200 y 280 mm, pero en el aguacero más fuerte de la última década, el 6 de abril de 2021, cayeron más de 70 milímetros en menos de 12 horas, según las mediciones del Siata. 

La intensidad de la lluvia, si se mide por la cantidad de agua caída durante una hora, se clasifica en cinco categorías: débil, cuando la intensidad es menor a 2 milímetros por hora —mm/h—; moderada, de 2 a 15 mm/h; fuerte, de 15 a 30 mm/h; muy fuerte de 30 a 60 mm/h, y torrencial, si supera los 60 mm/h. 

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