«Hay que construir una “economía de selva” que mantenga los recursos»: José Yunis Mebarak
«Hay que construir una “economía de selva” que mantenga los recursos»: José Yunis Mebarak
En entrevista con el periódico Alma Mater, José Yunis Mebarak, coordinador de REM Visión Amazonía, habló de los retos y oportunidades en las metas de reducción, en general, en el territorio colombiano. Habló de la urgencia de unir la investigación científica, las políticas públicas y la participación comunitaria para trabajar de la mano, de manera que se puedan llevar a cabo acciones reales para proteger los bosques de la Amazonía colombiana.
Entre 2016 y 2023 se implementó en Colombia la primera fase del programa REM Visión Amazonía, una iniciativa para promover un modelo de uso sostenible del territorio amazónico. El programa inició con un presupuesto de 85 millones de dólares, con el apoyo de los gobiernos de Noruega, Alemania y Reino Unido, y la suma de voluntades públicas, privadas y comunitarias.
Según el sitio web de Visión Amazonía, se señala que durante estos siete años del programa no solo se redujeron las emisiones por deforestación, tanto en la Amazonía colombiana como en el territorio nacional, sino que el programa alcanzó el 70 % de los territorios indígenas a partir de proyectos autogestionados, impactó a 12 465 familias campesinas y consiguió acuerdos de conservación que cubren 318 644 hectáreas.
En 2023 la tasa de deforestación alcanzó la cifra más baja del siglo en la Amazonía —llegó a 44 274— y en el país —79 256 en todo el territorio—, la reducción más significativa de lo que va de este siglo. Confluyen varias razones para esta disminución: estrategias gubernamentales, disminución de cultivos ilícitos y el trabajo con las comunidades. A pesar de estas buenas cifras, entre 2023 y 2024, volvió a revertirse la tendencia y aumentó nuevamente la pérdida de bosques en el país.
Es precisamente esta complejidad lo que hace que este programa sea un desafío para José Yunis Mebarak, líder del programa Visión Amazonía, abogado de la Universidad de los Andes con maestría y especialización en administración pública de la misma institución y de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard. Su trayectoria incluye un recorrido extenso por proyectos ambientales. Entre sus colaboraciones más destacadas, participó en el diseño e implementación del Sistema Nacional de Parques Nacionales Naturales y fue reconocido por la revista Semana en 2013 como Personaje del Año, por la estrategia financiera que elaboró para cuidar el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, el área protegida más grande de Colombia.
El 20 de mayo, Yunis visitó la Universidad de Antioquia para compartir los avances y retos del programa. En el marco de una gira nacional organizada por el Ministerio de Ambiente, destacó el papel clave de la academia: «Vengo de una familia de científicos. La ciencia ha gobernado mi vida», afirmó, subrayando la necesidad de integrar investigación académica, políticas públicas y participación comunitaria para proteger los bosques de Colombia.
Esto fue lo que conversó con el periódico Alma Mater:
En la novela La Vorágine, escrita hace 100 años, la selva era devorada por la fiebre del caucho; aunque con otro contexto, hoy la Amazonía sigue teniendo otros intereses de explotación. ¿Este territorio está condenado a estar amenazado?
Uno puede ver el vaso medio lleno o medio vacío. Tenemos una Amazonía que ha sido deforestada en un 10 %, y está en un relativo buen estado de conservación. Es decir, claro, me gustaría que toda la Amazonía estuviera conservada, pero la cifra es todavía manejable. Mientras Cova y Alicia —personajes de La Vorágine— se internan hacia la Orinoquía o en los Llanos, hoy hay grandes poblaciones en esas regiones con las que estamos trabajando.
La idea es mantener el capital natural de Colombia, no solo la Amazonía, donde están los bosques primigeniostambién los del Pacífico, los de la Sierra Nevada de Santa Marta, los de San Lucas —Bajo Cauca antioqueño— o los del Perijá. Lo que busca el programa es proteger la deforestación de los bosques naturales de Colombia, aunque se enfocó en la Amazonía porque su bosque, que es muy alto, presenta el 70 % de la deforestación nacional. Ese porcentaje lo hemos ido reduciendo de 140 000 hectáreas a 66 000 al año pasado, aún no tenemos el dato oficial, pero es una diferencia grande.
La Amazonía tiene múltiples problemas. ¿Por qué enfocarse en la deforestación?
El cambio del uso del suelo es responsable del 55% de las emisiones atmosféricas de Colombia; es muy importante trabajar en eso. Aparte del trabajo social, la biodiversidad, la disponibilidad de agua, la equidad. Hay que decir que el programa es fundamentalmente humano, es decir, trabajamos con gente.
¿Cuál ha sido el mayor obstáculo en estos ocho años de trabajo?
El fenómeno de la deforestación es complejo, tiene que haber una coordinación estatal y privada para que haya mayor efectividad. Cuando empezamos no teníamos números, hoy entendemos qué está pasando; así mismo, ahora hay un plan de contención a la deforestación, ahora hay recursos estatales. Es un crescendo que ha venido pasando de gobierno a gobierno con muchas acciones que se están ejecutando de lado a lado para que hayamos bajado la deforestación de 219 000 hectáreas en 2017 a llegar a 76 000 hectáreas a nivel nacional. Los números son mejores que antes, pero no podemos dormirnos.
¿Cómo se puede aprovechar el valor de la biodiversidad?
Un ejemplo: el 14% de la deforestación en el país está en Antioquia, el departamento tiene que hacer un esfuerzo por reducir este indicador. El departamento tiene capacidades y un sector privado dinámico, pero hay que gestionar para mejorarlo.
Miremos el caso de la Amazonía: lo que suceda allá va a afectar a los demás departamentos porque modifica el flujo de agua que viene hacia Antioquia.
Si hay un tema importante para mí hoy en día son los recursos naturales y cómo los gestionamos. Esto es un desafío para las comunidades jóvenes universitarias, porque nosotros los viejos nos iremos, pero si la temperatura del clima aumenta, será un problema de los jóvenes.
Y lo que tenemos en Colombia es biodiversidad: nos diferenciamos de todos los países del mundo porque aquí se encuentra la mayor concentración de vida del planeta. Ahora, mi pregunta es: ¿por qué no hemos logrado hacer un desarrollo económico basado en eso? ¿Cómo conservamos este país y hacemos un recurso económico de esa diversidad que no existe en otro lado del mundo?
¿Qué se necesita de las universidades para pasar del conocimiento a las soluciones?
Mi llamado es a que los investigadores creen instrumentos y que las investigaciones sean coordinadas con las necesidades. Si no le llevo una alternativa productiva o económica a una familia, va a ser muy difícil. Si vamos a hacer investigación, que sean aplicadas al momento actual.
Nosotros decimos que hay que construir una «economía de selva», que es básicamente desarrollar instrumentos, incentivos, técnicas y políticas que mantengan el bosque en pie. Estamos acostumbrados a que solo hay desarrollo si tumbamos todo, pero el desarrollo tiene que ser forestal: con bosque, no sin bosque.
Además de desarrollar nuevos instrumentos, también instituciones, crear asistencia tecnológica agroforestal al producto, no solamente agrícola, es decir, cómo hacer que el énfasis esté en el bosque. Por ejemplo, con las aves podemos hacer más riqueza que con el ganado, pero hay que poner la cabeza en eso, y en eso la Universidad siempre va a hacer una luz, porque tiene la investigación y la capacidad y el músculo académico.
¿Cómo involucrar a las comunidades con los científicos?
Tiene que haber un diálogo entre ambos, porque los dos tienen conocimiento. Los pueblos originarios conocen el bosque mejor que nadie. No es solamente la ciencia occidental, sino también el conocimiento tradicional.
Se requieren muchos conocimientos para solucionar la deforestación. Es importante que las comunidades y sus estructuras ejecuten proyectos, eso los empodera y les genera consciencia. Y hay muchos tipos de conocimiento. Por ejemplo, la educación ambiental no se puede dejar de lado, ni tampoco los sistemas de monitoreo de bosques y carbono.
No se puede pensar en hacer una hidroeléctrica si no entiendes el contexto social, ambiental, económico del territorio. No puedes decir solamente “soy ingeniero”. Se necesita entender el contexto en el que se va a desarrollar el proyecto, entender que no es solo algo ego, de nosotros, sino algo eco, ecológico y cultural.
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