Álbum familiar: memorias que reconcilian y sanan
Álbum familiar: memorias que reconcilian y sanan
El álbum reúne las imágenes de los momentos más significativos de una familia. Cada fotografía cuenta una historia que permite identificar rasgos y herencias físicas y emocionales que se transmiten de una generación a otra. El proyecto de investigación-creación «Memoria familiar y epigenética: reconstrucción y ficcionalización del archivo personal» —liderado por la profesora Gloria Inés Ocampo Ramírez— propone indagar y cuestionar esos recuerdos a través de la creación y la intervención fotográfica.
Rastrear las memorias en el álbum familiar es reconocer lo que heredamos, no solo en términos biológicos, sino también emocionales, culturales y simbólicos. Foto: Cortesía / Investigadoras del proyecto «Memoria familiar y epigenética: reconstrucción y ficcionalización del archivo personal».
Marian Nathalia Torres Torres es una de las 11 participantes que atendió la convocatoria que hizo el área de fotografía de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia en marzo de 2025. Cuando vio la invitación que circuló en las redes sociales, supo que quería vivir esa experiencia: «¿Te interesaría revisar tus álbumes fotográficos, explorar las memorias de tu familia y aprender técnicas de intervención fotográfica para construir tu propia narrativa?».
No lo dudó. Aunque el llamado era para estudiantes del programa en Artes Plásticas, diligenció el formato de inscripción a los «Talleres de activación ficcional familiar”. Ella no cumplía con el perfil —antropóloga de la UdeA y magíster en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata—, pero la memoria y la fotografía —temas centrales de la convocatoria— eran una constante en sus búsquedas profesionales y personales. La respuesta fue positiva: debía asistir a cuatro encuentros.
La cita era en uno de los salones del Museo Universitario de la UdeA. En la segunda sesión, Marian Nathalia encontró sobre la mesa de trabajo recortes de revistas, hilos, agujas, tijeras, marcadores y otras herramientas. Además, le entregaron un sobre con las copias de las fotografías que ella había sacado del álbum familiar, no sin antes prometerle a su papá que devolvería las originales sin falta.
Observó las fotos que seleccionó: en su mayoría son imágenes de Mariela Torres, su mamá, que falleció en el 2022. Tres años después de esa pérdida, Marian Nathalia descubrió en el fotobordado sobre tela una forma de elaborar el duelo. Con puntadas y texturas les dio volumen y color a los momentos y las anécdotas que vivió con su mamá: «Bordar sus fotos me permitió recordar su rostro, porque sentía que se estaba desconfigurando en mi memoria. En este tipo de intervenciones encontré una forma de traerla al presente, de conectarme con los saberes de las mujeres de mi familia y de mis amigas. Y poco a poco empecé a expandir esta experiencia para acompañar a otras personas; por eso, me entusiasmó tanto participar en estos talleres».
De los álbumes también sacó fotografías de otras mujeres de la familia: abuelas, primas, tías y amigas en distintos escenarios y situaciones: cumpleaños, viajes, visitas al parque o actividades cotidianas. Las repasó intentando recordar historias e identificar rasgos o gestos que se repitieran. Además, revisó los conceptos que se discutieron en la primera sesión de los talleres, cuando Gloria Inés Ocampo Ramírez, coordinadora del área de fotografía de la Facultad de Artes, les habló de «Memoria familiar y epigenética: reconstrucción y ficcionalización del archivo personal», la investigación que presentó a la convocatoria del Fondo de Apoyo al Primer Proyecto, cuando se vinculó como docente titular de la UdeA en el 2022.
En ese primer encuentro, la profesora Gloria les propuso a los participantes —tal y como ella misma lo hizo— que buscaran evidencias de las memorias y las herencias familiares —físicas y emocionales— en las fotografías que eligieran, con el propósito de intervenirlas y crear nuevos relatos: collages, fanzines, fotobordados y otras técnicas artísticas que revelaran historias silenciadas, revivieran momentos felices o ayudaran a confrontar emociones y experiencias difíciles.
Marian Nathalia notaba que sus compañeros —la mayoría artistas en formación— dibujaban, recortaban y unían fragmentos. Ella revisó las palabras que anotó al lado de las fotos y se preguntó por qué su mamá, sus tías, sus abuelas siempre se ven pensativas en esas imágenes. «Me gustaría saber en qué pensaban. Cuando vi las fotografías en medio de este ejercicio de creación, entendí por qué mi trabajo como antropóloga y mis búsquedas personales siempre se han enfocado en los derechos de las mujeres, en procurar que nos conectemos con lo que queremos, con nuestros sueños; por ejemplo, me imagino qué habría pasado si algunas mujeres de mi familia hubieran tenido la oportunidad de ir a la universidad».
Con estos pensamientos y otros recuerdos que llegaron a su memoria, empezó a recortar las fotografías y a bordar sobre trozos de tela. Silueteó una en la que aparece junto a su mamá y a una tía que también falleció. Sobre la imagen tejió con el hilo rojo —el color favorito de Mariela— un chal que las abriga a las tres.
Marian Nathalia creó el proyecto Tinkunakama para unir la memoria y el fotobordado. Foto: Cortesía / Marian Nathalia Torres.
Memoria, fotografía y epigenética
Desde que era estudiante de Artes Plásticas en la UdeA, Gloria Ocampo Ramírez eligió la fotografía como el medio de expresión que le daría sentido a su obra. Ese camino comenzó en el 2002 con largas jornadas en el cuarto oscuro, donde reveló sus primeras imágenes. «La fotografía ha sido mi refugio en muchos momentos, tanto de alegría como de vulnerabilidad. Puedo decir con toda honestidad que la fotografía me salvó», asegura Gloria cuando le preguntan por su trabajo.
Después de graduarse como maestra en Artes Plásticas, recibió el título de magíster en Estética por la Universidad Nacional de Colombia y el de doctora en Artes por la Universidad de Antioquia. Durante este periodo de formación, la fotografía siguió siendo una constante en sus búsquedas personales y académicas. Al interés por la estética fotográfica, se sumaron las reflexiones sobre la memoria, las enfermedades mentales, la muerte y el duelo: «La memoria atraviesa de manera constante mi trabajo artístico. Mis investigaciones surgen de la necesidad de explorar los recuerdos, de entender ciertos comportamientos y repeticiones de vivencias familiares. Es la manera que encuentro para comprenderme a mí misma».
Una de esas experiencias personales fue el punto de partida del proyecto de investigación-creación «Memoria familiar y epigenética: reconstrucción y ficcionalización del archivo personal», una iniciativa que le demostró que el arte —en particular la fotografía— es una forma de reconciliación y aceptación.
En el 2019, Gloria supo que algo no estaba bien: no podía conciliar el sueño y sentía una tristeza profunda. Quería entender qué le estaba pasando, saber si estaba repitiendo la historia de su familia. Revisó sus álbumes familiares, recordó su infancia y se vio reflejada en el rostro de su abuela: los ojos tristes, el cabello lleno de canas; siempre silenciosa y ensimismada. De ella no solo heredó el nombre —Inés —, sino también el insomnio y la depresión.
Para Gloria no era suficiente un tratamiento médico; por eso, empezó a recolectar información. Esas lecturas la llevaron a entender que en el álbum fotográfico —donde preservamos las memorias familiares— se pueden encontrar conductas heredadas o rasgos que van más allá de lo físico. En esa búsqueda, también descubrió conceptos y explicaciones científicas que, sin proponérselo, fueron entrelazándose para darle forma al proyecto de investigación y a algunas series fotográficas en las que explora, cuestiona y reelabora su historia familiar.
La epigenética fue uno de los conceptos más reveladores para Gloria. Este campo de estudio investiga cómo los factores ambientales —el estrés, la alimentación o las experiencias emocionales— pueden modificar la expresión de los genes sin alterar la secuencia del ADN. Estas modificaciones son heredadas, lo que significa que las experiencias de nuestros antepasados pueden tener un impacto en nuestra salud y bienestar. «En un principio yo no estaba pensando en hacer una investigación. Muchas veces hago este tipo de búsquedas para mí, porque necesito encontrar respuestas; por eso, seguí leyendo sobre este tema, haciendo fotos y buscando en mi álbum familiar», recuerda Gloria.
Algunos estudios sobre epigenética señalan que los efectos de un trauma pueden transmitirse a las siguientes generaciones; se cree que las guerras, las hambrunas y los genocidios han dejado una marca epigenética en los descendientes de las víctimas de estos eventos traumáticos.
A las definiciones sobre epigenética se sumaron las de identidad, memoria, herencia transgeneracional y otros conceptos que llevaron a Gloria a plantear su primer proyecto como profesora vinculada de la UdeA: «Esta investigación surge de la necesidad de revisar mi historia familiar y personal en un intento de reconocerla y reivindicarla. También nace de la intersección de los temas que me han inquietado como artista e investigadora. Mi propósito, entonces, es explorar las sombras y silencios de las memorias familiares a través de la fotografía y la creación artística», explica.
Reelaborar las memorias familiares
Los talleres a los que asistió Marian Nathalia comenzaron el 18 de marzo del 2025. Fueron cuatro sesiones en las que los asistentes se aproximaron a los conceptos, revisaron sus álbumes y construyeron una narrativa propia sobre sus memorias familiares. Estos encuentros marcaron la ruta metodológica del proyecto: la investigación-creación —enfoque que integra el arte y las prácticas creativas con la investigación para producir conocimiento— facilitó la reflexión crítica, la participación de un grupo de estudiantes y la producción artística.
«Las once personas que atendieron la convocatoria, además de las fotos, llevaron negativos, visores, cartas y otros objetos significativos que hacen parte de sus archivos familiares. Fue muy interesante ver cómo los integrantes de este grupo también tenían las mismas inquietudes que nosotras: nos preguntamos por nuestro origen, nuestra identidad; queremos conocer la historia de nuestros ancestros y las herencias físicas y emocionales que nos transmitieron. Entre los participantes se construyó una confianza muy grande. Surgieron recuerdos muy bellos, pero también historias muy duras y tristes; por eso, durante las cuatro sesiones contamos con la presencia de una psicóloga que acompañó y orientó a los asistentes», cuenta Isabella Pérez Restrepo, joven investigadora que ha acompañado a la profesora Gloria en el desarrollo de la investigación.
Samuel Vallejo Mejía, del programa Maestro en Artes Plásticas, también asistió a los talleres. En los cajones de la casa de su mamá encontró fotos de sus antepasados y una copia borrosa de la cédula de su tatarabuelo. También reunió los datos que ha investigado sobre su árbol genealógico: fechas y nombres que se repiten, lunares que se convierten en marcas familiares y el pelo rojo que heredó de su bisabuelo.
La intervención fotográfica permite reconfigurar el sentido original de una imagen mediante procesos creativos que la resignifican. Más que modificar el soporte visual, estas intervenciones proponen nuevas narrativas. Foto: Cortesía / Investigadoras del proyecto «Memoria familiar y epigenética: reconstrucción y ficcionalización del archivo personal».
Cuando le pidieron que construyera una narrativa propia sobre las memorias de su familia, Samuel empezó a intervenir las fotos y a crear nuevas escenas: en un collage reunió a los Vallejo, los Vélez y los Echeverri en una misma fiesta. Además, en una foto a blanco y negro en la que aparecen sus tatarabuelos, bordó su silueta con hilo rojo, como una forma de viajar al pasado para conocer y abrazar a sus ancestros. «Tengo muy mala memoria y dudo mucho de mis recuerdos; por eso, me gusta indagar y ficcionalizar el archivo familiar», dice Samuel.
Las intervenciones y los relatos que surgieron durante los talleres muestran el potencial que tiene el arte, en particular la fotografía, para explorar la historia familiar. «El álbum es un archivo vivo que podemos indagar, una colección de imágenes que juega un papel crucial en la construcción de la memoria y la identidad personal. En los talleres vimos cómo los participantes reelaboraron sus recuerdos y confrontaron de forma crítica los mandatos familiares», explica Carolina Isaza, estudiante de la maestría en Artes que acompaña la investigación.
En la última sesión de los talleres, después de recortar, pegar, escribir y bordar, Marian Nathalia les presentó a sus compañeros el resultado de su trabajo, un pequeño libro al que nombró Autoetnografía de un duelo. «Las fotos del álbum familiar las vemos toda la vida, pero este ejercicio nos llevó a mirarlas con otros ojos. A mí me permitió hacer un duelo a mí manera. Recordar y atesorar lo que mi madre me dejó».
Los resultados del proyecto se reunirán en un fotolibro que incluirá las intervenciones fotográficas de las once personas que participaron en los encuentros. La profesora Gloria Inés Ocampo construirá un nuevo relato a partir de esas historias, con el propósito de reflexionar sobre los conceptos centrales de la investigación. «No se trata de un catálogo que incluya tal cual los relatos de cada uno de los participantes. Es una narrativa visual, una creación artística en la que presentaré mi interpretación de lo que sucedió en los talleres», explica Gloria.
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