El caso Granizal evidencia la brecha científica: estudio internacional
El caso Granizal evidencia la brecha científica: estudio internacional
Las intensas lluvias de junio pasado no solo causaron graves desastres en Colombia y Venezuela; revelan también, una vez más, la «injusticia científica» que enfrenta el sur global. Los hallazgos y recomendaciones de un estudio reciente —promovido por el Imperial College de Londres y que vinculó a investigadores de la UdeA y el Siata—, pone en evidencia que a pesar de la recurrencia de estos eventos extremos, la falta de inversión en ciencia climática y mecanismos de monitoreo, aumenta la vulnerabilidad en algunas regiones del planeta.
Zona del deslizamiento ocurrido la madrugada del 24 de junio de 2025 en la vereda Granizal, municipio de Bello. Foto: Alcaldía de Bello.
Intensas lluvias azotaron los territorios de Venezuela y Colombia en los últimos meses. Hace apenas un mes, en Colombia, un deslizamiento de tierra, uno de los hechos recientes más graves, dejó un saldo de al menos 27 personas muertas en la vereda Granizal, en el municipio de Bello, al norte de Medellín. Simultáneamente, en los llanos venezolanos, el desbordamiento de varios afluentes provocó el desplazamiento de más de 4700 personas.
Ambas situaciones, aunque a miles de kilómetros de distancia, son muestra de lo que un grupo de investigadores internacionales —entre ellos la profesora de la Universidad de Antioquia Paola Arias Gómez—, han calificado como «injusticia científica». Esta es una de las principales conclusiones del estudio rápido titulado «La creciente exposición y la incertidumbre en las tendencias de las precipitaciones resaltan la necesidad crítica de resiliencia climática en Colombia y Venezuela».
Se trata de un análisis conjunto adelantado en el marco de la iniciativa World Weather Attribution —WWA— y liderado por el Imperial College de Londres. En la investigación, que incluyó en su análisis el suceso ocurrido la madrugada del 24 de junio pasado en Bello, participaron también por Colombia Lina Ceballos Bonilla y Julián Sepúlveda Berrio, profesionales del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá —Siata—.
La profesora Arias Gómez explicó que, según los datos del Siata sobre el evento ocurrido en Granizal, en pocas horas, entre la noche del 23 de junio y la madrugada del 24 de junio de 2025, cayeron entre 60 y 70 milímetros de lluvias por metro cuadrado. Estos datos corresponden a un fenómeno que se conoce como «aguacero torrencial».
Para la investigadora, aunque este fue un evento de precipitación extrema, hay que tener en cuenta lo que ocurrió en los meses anteriores. «En febrero tuvimos grandes precipitaciones por un fenómeno de La Niña débil; abril fue el mes más lluvioso en 14 años —llovió el doble de lo que típicamente llueve ese mes—, según los datos del Siata; y en junio tuvimos el doble de la precipitación habitual, en especial en los últimos días. Es decir, llovió mucho en eventos muy concentrados, y esto lleva a la saturación de los suelos en un topografía compleja», explicó la docente, quien en 2023 fue coautora del «Sexto Informe de Evaluación IE6» producido por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático —IPCC— de la ONU e integrado por científicos de todo el mundo.
Este evento se suma a las inundaciones en Venezuela, generadas por las altas precipitaciones entre el 20 y el 24 de junio, asociadas a una onda tropical, que intensificó las condiciones de saturación ya existentes en el suelo, en la que además de infraestructura, cultivos y ganados afectados, miles de personas debieron abandonar sus viviendas y buscar refugio en zonas menos anegadas.
Lo anterior evidencia la vulnerabilidad de los habitantes de la región ante fenómenos climáticos extremos y pone de manifiesto, de nuevo, la necesidad de una mayor inversión en investigaciones y herramientas que faciliten la vigilancia científica del clima.
«Los datos históricos muestran que ninguno de los eventos fue particularmente raro», aseguró el informe de World Weather Attribution, el cual agregó que «la lluvia que provocó los deslizamientos e inundaciones es relativamente común, con probabilidad de ocurrir una vez cada diez años en Colombia y cada tres años en Venezuela».
«El clima extremo no se entiende bien en el norte de Suramérica. En este caso, no está claro si el cambio climático incrementó las lluvias, pero casi con certeza está aumentando el riesgo de olas de calor, sequías e incendios en Colombia y Venezuela», aseguró Paola Arias.
Y como el clima tropical en estos países ha sido poco estudiado, es necesario invertir más en estaciones meteorológicas y en ciencia climática para «ayudar a entender mejor los extremos cambiantes y a prepararse para el futuro», sostuvo el documento de WWA.
«Cuando veo servicios meteorológicos e hidrológicos de Latinoamérica, encuentro que trabajan con recursos muy limitados y carecen de la capacidad técnica, e incluso a veces humana, para gestionar todos los aspectos que deben abordar», indicó Paola Arias.
La científica de la UdeA subrayó que «urge más inversión en ciencia climática para entender los riesgos cambiantes y prepararse para lo que viene. Más ciencia salvará más vidas».
Los otros investigadores internacionales participantes en el informe fueron Mariam Zachariah, Joyce Kimutai y Friederike Otto, del Imperial College; y Roop Singh, Maja Vahlberg y Karina Izquierdo, del Centro de Clima de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, de La Haya.
Estudios rápidos para aportar análisis y decisiones
La iniciativa WWA fue fundada en 2014 y sus investigadores realizan estudios de atribución rápida, que suelen ser publicados días o semanas después del evento para informar sobre la relación del hecho con el cambio climático, la mitigación y la adaptación. Los investigadores buscan que los hallazgos sean útiles cuando los impactos del fenómeno meteorológico extremo todavía están frescos en la mente del público y los responsables de las políticas, y se están tomando decisiones sobre la reconstrucción.
Los criterios para abordar estos hechos incluyen cuántas personas están afectadas, cuánto daño se ha causado y la declaración de estado de emergencia o desastre. Cada estudio de la WWA intenta responder cómo influyó el cambio climático en la intensidad del evento, cómo influyó el cambio climático en la probabilidad de que ocurriera el evento y cómo la vulnerabilidad preexistente empeoró los impactos del evento.
Lea y descargue aquí el estudio «La creciente exposición y la incertidumbre en las tendencias de las precipitaciones resaltan la necesidad crítica de resiliencia climática en Colombia y Venezuela».
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