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Migraciones por clima y lugares condenados a desaparecer

26/01/2024
Por: Natalia Piedrahita Tamayo- Periodista

Las proyecciones de los efectos del calentamiento global en los próximos diez años son nefastas para la habitabilidad de ciertas zonas de la Tierra. Climatólogos y científicos lanzaron una alerta mundial con un mapeo de aquellos lugares que serán inhabitables a corto y mediano plazo: incluye parte del territorio colombiano.

Extensas regiones de Colombia y el mundo se tornarán inhabitables durante las próximas décadas como consecuencia del cambio climático. Foto © ACNUR / Vincent Tremeau.

Julio de 2023 fue el mes más caliente en la historia de la Tierra. La temperatura media mundial se situó 1,5 ºC por encima de los niveles previos a la Revolución Industrial. No se trata de un cambio natural, sino que es producto de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero. Si el cambio climático continúa acelerándose al ritmo actual, esta temperatura aumentará hasta 2,7 °C a final de este siglo, y con ello desataría el desplazamiento de millones de migrantes climáticos debido a las altas temperaturas, especialmente en las zonas tropicales como Colombia.

Esta alerta se entregó recientemente como parte de una investigación liderada por el profesor Timothy M. Lenton de la Universidad de Exeter, del Reino Unido, y diez científicos de otras academias internacionales, y fue publicada en la revista Nature Sustainability, la cual contiene un mapa en el que se reportan las áreas planetarias que se volverán inhabitables cuando el cambio climático alcance el nivel de 1,5 º C con respecto a los niveles preindustriales que, según las proyecciones de estos expertos, se dará cerca de 2030, con graves impactos para los habitantes de muchas regiones de la Tierra.

Ese incremento es una alarma que indicaría el estado crítico de la salud planetaria. «Hasta ahora, los científicos hemos visto cómo el planeta se ha calentado 1,2 º C respecto a la época preindustrial; sin embargo, se prevé una subida de 1,5 º C en la temperatura planetaria para las próximas décadas, con graves implicaciones medioambientales y climáticas para todas las especies», explicó Juan Fernando Salazar Villegas, coordinador del Grupo de Investigación en Ingeniería y Gestión Ambiental —Giga— e investigador de la Escuela Ambiental, ambos adscritos a la Facultad de Ingeniería de la UdeA.

En cuanto a los «niveles preindustriales», se refiere a la temperatura global de la Tierra antes de la Revolución Industrial —cerca de 1840—. Este suceso histórico es un punto de referencia para que científicos y autoridades ambientales, como el Panel Intergubernamental de Cambio Climático —IPCC—, organización intergubernamental de las Naciones Unidas, analicen qué tantos grados ha subido la temperatura desde entonces, ya que, según este organismo, después de esa fecha comenzaron a dispararse las emisiones de carbono que generan el calentamiento global.

El papel del océano en la temperatura
 

En esto tienen mucho que ver las alteraciones del océano, pues su función es muy importante en la temperatura global, ya que «transporta el calor», como un sistema de circulación para el planeta, y distribuye minerales y compuestos químicos esenciales para la vida. «Los fenómenos marinos —como el derretimiento de los polos— disparan la erosión y las inundaciones costeras, y estas, a su vez, hacen que los habitantes de dichas zonas deban desplazarse porque ven amenazadas su salud e infraestructura. Las pequeñas regiones insulares son las más afectadas porque en este contexto prácticamente están condenadas a desaparecer», declaró Salazar Villegas.

El camino a las migraciones
 

Niños que cruzan un río para ir a la escuela. Foto: Unicef.

¿Por qué ahora se habla de migraciones climáticas? Las consecuencias derivadas del calentamiento global han generado movimientos migratorios, como lo muestra el Informe Mundial sobre Desplazamiento interno —2023—: las catástrofes naturales provocaron cerca de 32,6 millones de desplazamientos dentro de un mismo país en 2022.

Colombia no es ajena a esta situación. Las condiciones climáticas adversas pueden impactar a la población colombiana de diferentes maneras: «Ese 1,5 está muy cerca, y por la lentitud con la que estamos implementando cambios y los modelos políticos y económicos que se necesitan para menguar los efectos del cambio climático, es posible que se dé en menos de diez años, con lo cual extensiones de regiones como La Guajira, Córdoba, Atlántico y Norte de Santander se tornarían inhabitables. Hay una preocupación muy fuerte en la comunidad científica internacional», avisó Salazar Villegas.

Las migraciones debido al clima no ocurren únicamente por la intervención humana. El investigador Villegas Palacio explicó que, en el último millón de años de la Tierra, las migraciones biológicas por el clima pueden ser cíclicas. Por ejemplo, las glaciaciones —periodo de larga duración con baja temperatura global— ocurren cada 50 000 años y han obligado a migrar a los organismos que están en ambos hemisferios.

¿Hacia dónde migrarían? Existen posibilidades de que muchos habitantes se vayan del país o lleguen a la Zona Andina, puesto que mientras mayor es la altitud sobre el nivel del mar la temperatura es menos cálida. Sin embargo, es una situación que requiere atención global, ya que muchos países no están preparados para atender los efectos económicos y sociales que pueden desatar las migraciones masivas forzadas, es decir, las que no van ligadas al deseo previo del desplazado, y pueden agudizar sus dificultades.

«Estamos acostumbrados a tener desplazados de la ruralidad colombiana porque ha sido una dinámica naturalizada del conflicto interno, sin embargo, no admitimos fácilmente a otros migrantes. Apenas comenzamos a aceptar que podemos tener a personas de otros países o contextos habitando el país —el ejemplo más cercano son los venezolanos—, sin embargo, aún vemos muchos sesgos de racismo», señaló Jonathan Echeverri Zuluaga, profesor del Instituto de Estudios Regionales —Iner— de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia.

Agregó que, como sociedad, «estamos llamados a abrir nuestra mente para que lleguen otros, para propiciar que se instalen y para convivir con ellos, y más ante una alarma global por la situación ambiental».

Ante esta certeza de migraciones masivas que, a su vez, desatarían fenómenos sociales relacionados con la pobreza e inequidad social, por la falta de garantías constitucionales que hoy enfrenta Colombia, queda una urgencia de estrategias para frenarlo. Se requieren cambios estructurales, materializados en acciones individuales y colectivas. Cambios en los consumos pueden ser beneficiosos ante este panorama.

¿Se puede cambiar este escenario?
 

China y Estados Unidos, países ricos e industrializados, son los mayores emisores en el mundo de gases de efecto invernadero, la causa principal del cambio climático documentada desde hace 150 años, debido a que estos gases —dióxido de carbono, metano, entre otros— atrapan el calor en la atmósfera. Aunque el aporte de Colombia a escala global es solo de 0,37 %, no quiere decir que no haga parte de esa problemática.

«Una parte de los celulares, computadores, termos y hasta la ropa que usamos proviene de Asia, que es la región de mayores emisiones de dióxido de carbono —CO2— a la atmósfera. Así pues, siendo consumidores masivos de los implementos que allí se generan, tenemos una corresponsabilidad igual que cualquier otro habitante de ese país», aseveró Juan Camilo Villegas Palacio, investigador de la Escuela Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia.

Además de esta conciencia ambiental a la que invita el investigador, mencionó también que Colombia debe implementar políticas para frenar la deforestación, sobre todo en la selva amazónica. «Anualmente perdemos cerca de 150 mil hectáreas de nuestra selva y en 2017 llegamos a 300 mil; se identifican las causas y destinos de las tierras tras deforestarlas para volverlas terrenos ganaderos. No es que la gente deba dejar de consumir animales en su dieta, pero nuestra legislación sí podría exigir trazabilidad de la carne, de modo que esta solo se comercie en lugares que no han sido recientemente deforestados», opinó Villegas Palacio.

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