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El legado intelectual de Rafael Gutiérrez Girardot: Sobre su archivo personal / Entrevista con el profesor Juan Guillermo Gómez García*
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El legado intelectual de Rafael Gutiérrez Girardot: Sobre su archivo personal / Entrevista con el profesor Juan Guillermo Gómez García*
Medellín, 21 de abril de 2021
Por: José Hernán Castilla Martínez. Filósofo de la Universidad del Rosario, Bogotá. Editor Hispanoamérica: imágenes y perspectivas. Editorial Temis. Bogotá, 1989. Profesor I.E. Alberto Castilla, Ibagué, Tolima. Entrevista inédita.
El reciente envío de cartas y otros documentos personales de Rafael Gutiérrez Girardot al profesor Juan Guillermo Gómez García, efectuado por su hija Bettina, constituye quizá el más importante testimonio de sus amplias relaciones académicas y profesorales por más de medio siglo de intensa actividad ensayística e intelectual.
Hace once años ya, la Universidad Nacional de Colombia había obtenido cerca de diez mil libros de su biblioteca personal y una parte muy significativa de su patrimonio epistolar, muchos de sus ensayos… También en Barcenillas (Santander, España) hay, a resguardo, otra parte.
Precisamente, en ocasión afortunada para estudiantes e investigadores, Bettina Gutiérrez Girardot, poco después de la muerte de su padre en Bonn en mayo del 2005, había enviado material indispensable, sus originales de ensayos, correspondencia y las llamadas Vorlesungen, o sea, las lecciones magistrales impartidas en su cátedra de Hispanística en esa ciudad durante más de 20 años. Este material llegó en esa época y hoy se encuentra clasificado y bajo la custodia de la Biblioteca Gabriel García Márquez. También se han hecho respetuosas solicitudes a los descendientes de Pancho Pérez González, para que nos donen lo que tienen.
José Hernán Castilla. ¿Qué significa el legado archivístico que acaba de llegar de Bonn?, ¿cuál es la novedad que trae este nuevo material?
Juan Guillermo Gómez García. La novedad consiste en que por fin tenemos una imagen más completa, si no decisiva, de su obra crítica que, entre otras cosas, podría abarcar unos 45 tomos. Ahora tenemos a la mano su correspondencia con Heidegger, con Golo Mann y alguna pieza de más con Hugo Friedrich. Tenemos pues ahora en este envío, otras dos mil quinientas piezas epistolares, por ejemplo, las largas y jugosas cartas con el crítico uruguayo Ángel Rama, que componen
Imagen cortesía de: Archivo Rafael Gutiérrez Girardot del GELCIL
más de sesenta cartas, en la época como director de Biblioteca Ayacucho. Así que ya podemos saber con detalle cuál fue el proyecto de entre ambos, qué plan maestro se idearon para llevar a cabo la más imponente realización editorial de nuestro continente. Esto tiene un valor inestimable.
También, y esto quizá con anécdota o valor simbólico, tenemos la última carta de Jorge Gaitán Durán, que escribe solo tres días antes de su fallecimiento, en accidente aéreo, carta del 19 de junio de 1962. Tiene al margen la nota a lápiz: “última carta. El 21-22 murió en accidente”. Además, hay una extensa carta de 1960 a Jaime Vélez Correa (SJ), que brinda datos inéditos hasta ahora de su biografía intelectual. Su formación filosófica con Zubiri, Heidegger, Fink y Hugo Friedrich.
JHC. Valioso todo esto. ¿Podría seguir haciéndonos una descripción de este material y su significación?
JGGG. Mire José Hernán, usted como archivista de documentos de Gutiérrez y difusor de su obra que ha sido, puede valorar la importancia de tener material original, no solo por el fetiche de la originalidad, sino por el hecho de que allí subyace un elemento insustituible de cultura. Ahora podemos ir armando las piezas del rompecabezas de un intelectual de la categoría y prolífica actividad ensayística de Gutiérrez Girardot. Con estas cartas incluso tenemos un panorama suficientemente amplio para reconstruir nuestra vida intelectual, en estas décadas del siglo XX.
JHC. Expliquemos mejor …
JGGG. Ahora podemos entablar no sólo una red de intelectuales, sino dar cuenta de una compleja y detallada vida intelectual, sus relaciones estrechas e incluso íntimas con Hugo Friedrich, Hans Paeschke, Eduardo Mallea, Gonzalo Sobejano, Pepe Valente, los hermanos Goytisolo, R. H. Moreno Durán, Ángel Rama, José Luis Romero, Alfonso Reyes, Nils Hedberg, Rubén Jaramillo Vélez, Charry Lara, Gómez Valderrama, hombres muy representativos de la cultura filosófica, literaria, histórica de sus países. Este cosmopolitismo intelectual que también se desplegó en otras múltiples realizaciones, en diversos espacios de la actividad intelectual, en las universidades, congresos, foros, prensa, revistas, editoriales. El intelectual vive de estas relaciones, de este variado y nutrido universo que, en el caso de Gutiérrez Girardot, se despliega con un vigor inusitado, con una irreverencia, pero sobre todo con una pasión por América Latina. Por una devoción por la inteligencia que siempre hizo presente en el caso suyo por Heidegger, Zubiri, Reyes, que fueron sus maestros.
JHC. ¿Qué más contiene este material recibido en Medellín?
JGGG. Hay algo nunca esperado y que no sabía que existía y que nos abre un horizonte de su disciplina de estudiante. Están los Cuadernos de estudio en la década de los cincuenta, sus notas de estudiante, juiciosas y minuciosas, detalladas; por ejemplo de su lectura de la Fenomenología del espíritu de Hegel. Todas notas en alemán. En esos cuadernos, escritos con una caligrafía preciosa, en tinta estilográfica de azul, testimonian sus años dedicados a la lectura de la obra maestra hegeliana. Los cuadernos (unos treinta) testifican sus horas de estudio, sus esfuerzos silenciosos por años. Como usted sabe, Gutiérrez fue un pésimo estudiante de derecho del Rosario y de filosofía de la Nacional. No se adaptaba, pero los Cuadernos muestran otra cosa muy diversa. Sobre la lectura de Hegel de la Fenomelogía: hay lecturas desde 1954 hasta 1957. Así, años concentrado en Hegel. Vienen cuadernos de lectura sobre Heidegger y el humanismo. Y sobre literatura española (poesía principalmente), y sobre el crítico dominicano Pedro Henríquez Ureña. Hasta un cuaderno para Lenin…
JHC. Bueno, pero para ilustrar a los lectores, y antes de seguir, hagamos un recuento de la vida y obra de Gutiérrez Girardot. ¿De su vigencia?
JGGG. Gutiérrez Girardot muere en Bonn en 2005 a la edad de 78 años. Había nacido en Sogamoso en 1928, como hijo de un político conservador y su madre era directa descendiente de Atanasio Girardot. Su padre fue asesinado en hechos confusos, cuando tenía el niño cuatro años. Emprendió estudios de derecho en el Rosario y filosofía en la Nacional sin ninguna fortuna. Como miembro de las falanges, obtuvo en 1950 una beca del Instituto de Cultura Hispánica, que era una institución recién erigida por Laureano Gómez que, de paso, liquidó la famosa Escuela Normal Superior. En España estudió con el filósofo Xavier Zubiri, y con el filósofo del derecho Enrique Gómez Arboleya. En el Colegio Guadalupano, tuvo entrañables amigos como los hermanos Goytisolo.
Imagen cortesía de: Archivo Rafael Gutiérrez Girardot del GELCIL
Fue estimulado a emprender una tarea crítica por el poeta Luis Rosales, director de “Cuadernos Hispanoamericanos”. Como se puede apreciar, en la España franquista encontró un ambiente muy abierto, muy exigente; todo menos fanatismo doctrinal católico.
Esto abrió su amor por América Latina y sobre todo el sentido de raíz problemática cultural. La Contrarreforma como resorte oculto de nuestra identidad de larga duración.
Gana una beca para Friburgo, donde conoce a Heidegger, con quien estudia tres años a Hegel. Se doctora, luego de cien vaivenes (15 años), con el prominente romanista Hugo Friedrich, con una tesis sobre poesía y prosa en Antonio Machado (publicada en 1969 por Editorial Guadarrama, con el apoyo de Vintila Horia). Como diplomático organiza un importante encuentro de escritores latinoamericanos y alemanes en Berlín en 1962. Regresa a Colombia hacia 1965 y trabaja en universidades imposibles: el Externado de Colombia, Los Andes o la Gran Colombia. De allí sus cuestionamientos radicales contra las universidades privadas. Regresa a Alemania hasta conseguir una cátedra como profesor titular de hispanística en la Universidad de Bonn y allí muere luego de su jubilación…
Si se compara esta trayectoria, con sus inmediatos antecesores, como Eduardo Caballero Calderón, éste llevaba una semi-fósil existencia de hombre de letras apegado a las prebendas del poder tradicional colombiano. La relación de Caballero Calderón con la edición del libro español (Editorial Guadarrama) es sencillamente anacrónica. Pero Gutiérrez se convierte en un impulsor de Taurus (traduce La carta del humanismo, por ejemplo), y luego de Montesinos. Publica allí su Modernismo o traduce Lenz de Büchner. O la Colección “Estudios alemanes” (Sur, Alfa), que publicó por vez primera a Benjamin, Marcuse o Adorno, entre otros sesenta títulos. Abría así horizontes culturales exigentes…
JHC. ¿Y…? Así visto se convierte en un ilustre muerto hasta ahora desconocido en su patria. Tratemos de explicar mejor…, a Gutiérrez Girardot lo estiman y admiran muchos…
Imagen cortesía de: Archivo Rafael Gutiérrez Girardot del GELCIL
JGGG. Es cierto, muchos y otros se quedan con el ripio. Todavía se lamentan que atacó críticamente a Octavio Paz, Ortega, Neruda, Estanislao Zuleta, a Gonzalo Arango y otros. Lo culpan de resentido, de atrabiliario y, como suma, de vargasvilesco. No se le ha leído o no se le quiere leer a conciencia. También irritan sus ataques al indigenismo y se le mofa como: “filósofo alemán nacido en Boyacá”. Lo cierto es que fue un filósofo muy respetado, por el mismo Heidegger, se puede ver en el certificado que le extendió, y con mucho orgullo era boyancense. Leyó a Nietzsche, y su libro dedicado a él de 1966 (EUDEBA) es ejemplar de su compenetración con las raíces del romanticismo alemán y el nihilismo. Creo que todo esto se traduce en complejo de inferioridad ante un intelectual que empleó todas las armas (la sátira quevediana y la ironía borgiana) para sacudir el amiguismo entre intelectuales, esta clientela de los hombres de letras que corrompen la vida pública, tanto como los congresistas al país.
JHC. Profesor Gómez, lanza usted cosas tremendas…, como hijo de su maestro.
JGGG. No le he llegado a los tobillos.
JHC. Retomemos la pregunta inicial ¿Qué significa que venga este legado al país?
JGGG. Mucho. Una lección de patriotismo y generosidad para un país que lo saquean por todas partes. Mire solo que la familia de García Márquez negoció sus papeles por millones de dólares a la Austin Texas University. Una vergüenza insólita. Se siguieron llenando de plata a costa de un patrimonio de la nación. Es increíble que nadie, ni académicos, ni los profesores o ministros de cultura o educación (¿nuestra ministra de educación habrá leído en serio a Cien años de soledad?) no han pegado el grito en el cielo. Ni los que proclaman que García Márquez es de nuestras entrañas culturales, como creo lo fue su contemporáneo, Gutiérrez Girardot. La fama no es la única medida de la importancia cultural. El legado de Gutiérrez Girardot, y no hago un distingo de escalas de éxito comercial o bulla mediática, es una pieza central de la vida cultural de nuestra nación. Mire usted solo el asunto de los herederos de Tomás Carrasquilla, de los de León de Greiff, acaparan hasta el abuso los escritos de sus ascendientes, de los ilustres literatos que se deben sacudir en su tumba por el impudor de sus descastados.
JHC. Entonces, ¿qué acción emprender? ¿Qué cabe hacer para contrarrestar este despropósito, la privatización del patrimonio de la nación?
JGGG. Primero conciencia de la importancia capital de esa tradición. Sin tener conciencia de ello, es imposible apreciar su valor, situarlo en el marco de una nación destruida por la envidia, el narcotráfico y la peor de las clases políticas que nos gobierna sin inmutarse. Pero el descaro, no sólo es deshonestidad, sino inconciencia histórica, permite que el patrimonio de la nación (García Márquez) vuela a los USA para disfrute del imperio devorador de nuestro petróleo, pero también de nuestras letras. Nos quitan hasta a Macondo. Nos arrebatan lo más grande y digno…
Imagen cortesía de: Archivo Rafael Gutiérrez Girardot del GELCIL
Aquí no más en el Archivo General de la Nación saquearon los folios correspondientes al consulado de Rubén Darío (1894-95), para revenderlos descaradamente. Diciente es que los Caballero Calderón no conserven el archivo de Guadarrama. Hasta donde sé. Este despojo y auto-despojo hay que evitarlo… Esta institucionalización del olvido.
JHC. ¿Pero cómo evitarlo?, le reitero la pregunta.
JGGG. Con dignidad, que es ante todo conciencia, toma de conciencia de nuestra nación que nació de Bolívar. Gutiérrez Girardot fue bolivariano hasta las cachas. Amó a su patria, a América Latina, amó a Bello, Sarmiento, González, Prada, Rubén Darío, Silva, Borges y muchísimos más que estudió sin comparación, en profundidad y agudeza… Como un intelectual combativo, como el último intelectual de nuestras lastradas naciones. Gutiérrez Girardot enseñó a vivir la categoría de juventud con enorme dignidad.
Hay que crear un Archivo Literario de la Nación, como responsabilidad pública de primer y urgente orden… Hay un ejemplo en Marbach, en la patria chica de Schiller. Alguna vez lo puse de ejemplo a Antonio Caballero, pero el ilustre hijo de Eduardo y nieto de Luis, me mandó a donde José Obdulio. Esto es urgente… urgentísimo. “Entre todos, lo hacemos todo”, decía el mexicano Alfonso Reyes.
JHC. Y el destino final del Archivo…
JGGG. Los archivos son parte de la cultura de la nación. Este primero, lo estamos organizando, clasificando, garantizando su supervivencia en el tiempo, gracias al apoyo institucional de nuestra Facultad de Comunicaciones y Filología y del grupo GELCIL de la Universidad de Antioquia.
Este Grupo es muy dinámico, lo impulsan la pasión y el rigor filológico. Luego, una vez aprovechado en una edición que estamos realizando, lo depositaré en la Universidad de Antioquia, o Nacional (sede Medellín) o Luis Ángel Arango, en cuanto sea posible. Adicionalmente estamos (bueno, el plan en el papel) en la publicación de las obras completas, 45 tomos a los menos. Hay de todo: ensayos, libros, cartas, entrevistas, epistolario, sus cuadernos. Veremos. Necesitamos mucho apoyo institucional, hasta del sector privado.
JHC. Obras completas. Es un proyecto enorme.
JGGG. Sí enorme. Digámoslo con palabras de un escrito enviado como a mediados de los setenta, a María Mercedes Carranza, que quedó, como muchas de sus cosas, inédito, no sin antes insistir que el problema de la nación es la lengua, la enseñanza de la lengua, como principio comunicativo: para podernos entender, dialogar. Hablar sin frivolidades, sin diletantismos. Hablar y escribir con clarividencia y sentido de la continuidad: “…las obras completas de los autores muertos no son solamente un acto de justicia, sino que en muchos casos pueden ser una necesidad nacional, la de poner en claro, al menos, qué es la Nación, lo propio…”.
JHC. En pocas líneas profesor Juan Guillermo ¿qué es un archivo? ¿Para qué?
JGGG. El archivo es la materialidad tangible y socialmente consultable del origen. Sin conciencia del origen no hay conciencia histórica, no hay un hilo de humanidad consciente. Dirigir un archivo es dirigir de algún modo un sentido de la nación. De ahí la importancia de sus directores, la mayoría son una calamidad vergonzosa… Esta conciencia del origen (la historiografía) configura lo histórico. Da sentido al paso de las horas. A una trayectoria, a lo que feneció de ella, a lo que habría que renovar y definitivamente sepultar. El origen para los románticos fueron los vedas, para Heidegger los presocráticos. Para Lenin Marx. Para Gutiérrez Girardot fueron Hegel, Nietzsche, Heidegger, Bolívar, Darío, Borges.
Imagen cortesía de: Archivo Rafael Gutiérrez Girardot del GELCIL
Lo esencial es arraigar. Meditar. No caer en especulaciones, en griteríos. Sobriedad, rigor, polémica son los postulados de la vida intelectual. La verdadera esperanza consiste en asegurarnos que el pasado no se vuelva a repetir (como catástrofes continuas) y forjar un futuro conscientemente diferenciado. Lo que cabe es que el estudiante tome conciencia de las bases de su existencia histórica y actúe con una sensatez jovial. Si no, caemos en el nihilismo de la farándula. La violencia devastadora. El reinado de los Smith y Wesson.
*Juan Guillermo Gómez García es profesor en la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Universidad de Antioquia. Ha recibido el premio Pensamiento de América Leopoldo Zea, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, OEA, 2019, y la Medalla Francisco José de Caldas, Categoría de Oro (2020) de la Universidad de Antioquia.
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