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Sociedad

Covid-19: así se pasó del encierro a la normalidad

21/03/2023
Por: Carlos Olimpo Restrepo S.

Aunque este virus sigue siendo un peligro grave para la humanidad, la mayoría de las personas han retomado la vida con una normalidad similar a la que vivían antes de marzo de 2020, cuando gran parte de los gobiernos del mundo tenían a sus ciudadanos en un confinamiento extremo, ante una pandemia que, en pocos meses, había causado cientos de miles de muertos en todo el planeta. 
 

Gradualmente, las personas fueron eliminando las medidas de prevención y hoy son pocos quienes, por ejemplo, usan tapabocas. Foto Dirección de Comunicaciones/Alejandra Uribe F.

La noche del viernes 20 de marzo de 2020, el entonces presidente Iván Duque anunció una de las medidas más extremas que hayan vivido los colombianos en su historia: a partir de las 23:59 del martes 24 de marzo regía un «aislamiento preventivo» que, en principio, duraría 19 días. Hasta ese momento, en el país había 158 personas infectadas por la covid-19, enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2 y que una semana antes había sido declarada como pandemia por la Organización Mundial de la Salud —OMS—, ante el crecimiento exponencial de los casos en el planeta. 

En Colombia, el confinamiento extremo para la mayoría de la población se extendió hasta el 1 de septiembre de 2020, tras un proceso de apertura gradual por sectores económicos, pero solo el 30 de junio de 2022 se levantó la emergencia sanitaria, que estuvo vigente por 840 días, es decir, dos años, tres meses y veinte días, tiempo en el cual se registraron 6 175 181 casos de la enfermedad y 140 070 muertes, según el Ministerio de Salud. 

Hoy, los colombianos han retomado la normalidad y a muchos les parece algo de un pasado lejano, aunque la covid-19 continúa generando hospitalizaciones, muertes y aún es considerada pandemia por la OMS. Entonces, ¿por qué la humanidad actúa así? 

«La respuesta a la pandemia ha sido dirigida primordialmente por la explicación biológica de la enfermedad, con medidas de bioseguridad indispensables y efectivas para controlar la transmisión, pero insuficientes, al olvidar que los ejes de la vida de las personas son diferentes en cada grupo y organización social. En Colombia, la prolongada cuarentena obligó a permanecer en la casa a quienes tenían techo, pero seguían sobreviviendo en las calles las personas olvidadas: desplazados, inmigrantes, vendedores ambulantes y muchos más», aseguró la profesora Doracelly Hincapié Palacio, de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia. 

Antonio Carlos Toro Obando, profesor del Departamento de Psiquiatría de la UdeA, admitió que durante el confinamiento se detectaron problemas sociales y laborales, además de familiares y escolares, a los cuales se deben sumar aspectos mentales y emocionales que generaron dificultades extras. 

Este psiquiatra e investigador sostuvo que «el Dane sacó un estudio sobre el suicidio durante la pandemia y en él incluyó un ítem que llamó “Muerte por desesperanza”, que también había sido incluido en un estudio en Estados Unidos, el cual halló que la clase media americana era la que más estaba soportando la presión económica por la pandemia. En ese grupo se presentaron más muertes por armas de fuego y abuso de alcohol; en Colombia también apareció dicho dato». 

«Cuando se levantó la cuarentena, se creía que la gente iba a tener temor a salir, pero no vi eso aquí por ningún lado. Creo que en parte se debe a nuestro comportamiento cultural: nosotros somos más dados a reunirnos, a conversar, pero yo lo explicaría más por el lado económico, la gente sentía y tenía la necesidad de salir al trabajo», añadió.  

Una urgencia por salir 

A las medidas de bioseguridad se sumó el miedo que, por momentos, mantuvo aislado a un elevado número de personas. Foto Dirección de Comunicaciones/Alejandra Uribe F.

El profesor Toro resaltó que, al ser la primera pandemia en la historia de la humanidad con redes sociales, hubo una saturación causada por la sobreinformación, también por la desinformación y el encierro. «Esto llevó a que todo el miedo se multiplicara por 10 y a que mucha gente dijera que “no más”, sintiera que no aguantaba más y que necesitaba sobrevivir en los otros aspectos de la vida». 

Diana Melisa Paredes Oviedo, directora del Instituto de Filosofía de la UdeA, recordó que cuando escuchó la información del primer caso de la enfermedad en Medellín reflexionó que en ese momento ella, y seguramente muchas personas más, se enfrentaron a la realidad de la finitud que vivimos como seres humanos, pues esa pandemia era una señal que mostraba nuestra fragilidad

«Sabemos que somos seres mortales, finitos, pero vivimos y planeamos como si fuésemos inmortales, porque usualmente no tenemos recordatorios permanentes de nuestra mortalidad, vivimos la muerte de los otros, no la nuestra, pero lo que vivimos a comienzos de 2020 fue una multiplicidad de información que nos recordaba cada segundo nuestra mortalidad», afirmó la docente. 

 Y agregó: «hemos enfrentado otros tipos de virus, pero el alcance de este, el no poderlo contener, y el hecho de saber que teníamos que depender del otro, de una gran cantidad de terceros desconocidos, aumentó la sensación de crisis». 

Pero ¿por qué tenemos hoy un comportamiento tan relajado, pese a que el virus sigue muy activo? «Estuvimos en un pico de angustia mucho tiempo y, en términos de la filosofía, no podemos vivir en el eterno recuerdo de nuestra finitud, porque sería una especie de vida infernal, pero tampoco podemos pretender vivir en el olvido, como puede suceder al vivir un evento como la pandemia, porque el olvido también es una forma infernal de existencia», aseveró la profesora Paredes Oviedo. 

El médico psiquiatra Antonio Toro llamó la atención sobre lo relacionado con los aprendizajes de la pandemia de la covid-19, pues durante el confinamiento fuerte, con incremento notorio en las muertes y la saturación de las unidades de cuidados intensivos, desde muchos sectores se pronosticó que la humanidad saldría muy diferente en su comportamiento. 

«Creo que en el plano administrativo los gobiernos deben pensar más en que las personas tengan una mejor calidad de vida y una mayor estabilidad laboral, porque cuando ocurrió esto, la mayor parte de la población se quedó sin nada», señaló. 

 

La lección del autocuidado 

Antonio Toro destacó que «el aprendizaje que nos deja es la necesidad de mayor autocuidado. Las personas con enfermedades como obesidad, diabetes, pagaron los platos rotos. Todos nos vamos a morir, pero podemos prevenir ciertas complicaciones si adquirimos unos estilos de vida más saludables». 

Y puntualizó, «a muchas personas las ayudaron ciertas búsquedas espirituales. Muchas veces no tenemos tiempo para eso porque estamos ocupados en otros asuntos, pero creo que al vernos tan desprotegidos en la pandemia esas búsquedas llenaron ciertas necesidades». 

Problemas puestos en evidencia 

Para Doracelly Hincapié Palacio, investigadora de la Facultad Nacional de Salud Pública de la UdeA, «la pandemia hizo evidente la inequidad social, agudizando la pobreza, el desempleo y aumentando las brechas en el acceso a la educación, la salud, el transporte, la alimentación, la recreación, el disfrute de la vida de los grupos sociales, unos con acceso y otros sin nada. En medio de las crisis ambientales y el auge de la guerra, ha sido cuestionada la confianza en la capacidad de los Estados para planear de manera clara y decidida la salida pacífica y civilizada de la pandemia y de sus consecuencias». 

Agregó que «también se hizo evidente la precariedad e inestabilidad laboral de los trabajadores de la salud y las fallas de los sistemas de salud para asegurar la atención asistencial y de salud pública para la covid-19 y los demás problemas de salud concomitantes. La OMS está planeando la transición entre la actual declaración de la enfermedad como Emergencia de salud pública de importancia internacional en el marco del reglamento sanitario internacional, hacia una integración al Sistema Mundial de Vigilancia y Respuesta a la Gripe, ojalá asegurando el sostenimiento de los recursos y los equipos de trabajo para continuar la vacunación, la prevención, la vigilancia epidemiológica, la atención y la rehabilitación de los enfermos por covid-19». 

«Lo que aún necesita mayor visibilidad es la suficiencia de los procesos protectores para enfrentar las crisis a partir de valores como la solidaridad y el interés de lo colectivo por encima de lo individual, en contextos culturales particulares, cuando los intereses políticos y económicos insisten en mostrarnos que el único camino posible es la negación de los otros, el culto al individuo», puntualizó la docente Hincapié. 

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