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Cultura

«El mundo es mestizo»: José Sanchis Sinisterra

10/10/2022
Por: Ronal Castañeda - Periodista

El dramaturgo José Sanchis Sinisterra, uno de los autores más premiados y representados del teatro español contemporáneo y renovador de la escena en la península ibérica, fue condecorado con el Escudo de Oro, máxima distinción de la UdeA a un personaje. El periódico Alma Mater habló con el director sobre las fronteras del arte, los subtextos y la formación ciudadana. 

El maestro José Sanchis Sinisterra después de recibir el Escudo de Oro, distinción entregada por la Universidad de Antioquia el pasado 3 de octubre en la Sala de Artes Performativas Teresita Gómez. Fotos: Dirección de Comunicaciones UdeA / María Camila Monsalve A.

A José Sanchis Sinisterra (Valencia, 1940) no le gustan las representaciones de relaciones de pareja. Simplemente, el tema se agotó. A este autor le inquieta más lo que llama las «dramaturgias inducidas», que los autores de teatro se cuestionen más por temas vigentes como la memoria, la inmigración o la ecología. El dramaturgo español más conocido en las recientes décadas autoproclama un modelo de teatro fronterizo, en el que busca ser permeable y «liminar», de ampliar las fronteras y romper los muros, algo que ha intentado reflejar en sus obras. 

Su recorrido profesional ha estado también vinculado a América Latina, en una puesta en escena de la vida que también pasa fronteras. Eso sintió cuando pisó el suelo de la Universidad de Antioquia por primera vez en 1992, lugar que recuerda con un «ambiente permeable y fronterizo», lejos de la solemnidad de las universidades españolas. En Medellín encontró en aquel entonces a profesores y alumnos con un tipo de relación que encontraba deseable, con un verdadero intercambio de experiencias.

Llegó a la Alma Máter por una invitación del docente Luis Carlos Medina (q. e. p. d.) a dictar cátedras en las aulas del entonces Departamento de Artes. Para esa época no sabía ni siquiera dónde quedaba Medellín; pero sí conocía sobre dramaturgia actoral, proceso creativo y «narraturgia», un término técnico que usa para referirse a esos textos que están a medio camino entre la narrativa y la dramaturgia. 

De hecho, se siente bien confortable cuando habla de este tema. «Mis talleres me han enseñado la libertad, porque las novelas no tienen canon, la narrativa surge de un modo salvaje, silvestre. De lo que debemos aprender de la narrativa es salir de acá», señaló el maestro Sanchis Sinisterra, sentado en el alféizar de una de las cristaleras de la nueva Sala de Artes Performativas de la Universidad de Antioquia, antigua capilla de la Alma Máter, donde había acabado de recibir el Escudo de Oro, máxima distinción entregada por la Universidad de Antioquia como reconocimiento a su labor y compromiso con las artes escénicas.

Esto fue lo que habló con el periódico Alma Mater.

¿Qué podemos aprender como sociedad, no solo los artistas, de ese concepto de teatro fronterizo? 

Desde las zonas fronterizas no se perciben las fronteras como muros, como alambradas, como vallas, como cordones de policía; la gente que habita las fronteras se da cuenta de que son permeables. Pero también el concepto fronterizo en mi trabajo, a pesar de que está ligado al arte, la estética,  la literatura, la filosofía y demás, también permanentemente husmea en la física cuántica, la teoría general de sistemas, la teoría del caos. También la frontera entre las artes y ciencias es, diríamos, el lugar ideal para mí (…)

En Madrid tenía la idea de crear un espacio para la investigación, la formación y la creación. Hay un montón de etnias y de nacionalidades. Entonces a mí me salió una frase, un axioma, «el futuro será mestizo o no será». Creo que el teatro tiene que nutrirse de ese mestizaje, y debo decir que de cierto modo fracasamos. Los primeros años tuvimos trabajo con africanos, latinoamericanos, pero luego empezó a endurecerse la cuestión, diríamos policial, y cada vez era más difícil crear esos conjuntos heterogéneos. De todas maneras ese proyecto ha desaparecido, hemos naufragado como consecuencia de la pandemia y otras causas. 

Usted también es producto del mestizaje cuando en los años ochenta empezó a andar por el mundo, a abrir esas fronteras.

Bueno, mira, la pandemia me pilló en Cuba, ya con eso te digo. Mis hijas me hicieron volver antes porque había el peligro de que cerraran el aeropuerto de Madrid. Porque los primeros meses fueron de no saber qué era aquello. Nadie, nadie lo sabía. Y el año anterior, estuve en Montevideo montando una obra mía; o sea que no he dejado de viajar a América Latina, incluso cuando he tenido momentos para escaparme, he ido desde el Chocó hasta Yucatán. Me busco lugares virginales y paradisiacos en América Latina; no se me ocurre nunca hacer turismo en Europa. 

No se le han acabado las fuerzas ni para viajar ni para escribir. ¿Lo sigue haciendo?

Al contrario, en la pandemia he escrito tres obras, debido a tener que estar confinado en casa. Bueno y salpicando proyectos para cuando las condiciones vuelvan a ser favorables. 

 

El maestro José Sanchis Sinisterra cumplió en junio 82 años. 

A propósito, le oí decir ahora que el teatro es un escenario político. ¿Son, como decía Beckett, las tablas un lugar de formación del ciudadano?

Absolutamente, solo que esa función ciudadana del teatro probablemente ha evolucionado y cambiado, es diferente a lo que era en esa época, con el ambiente de la España franquista y, por lo tanto, del teatro antifranquista. Mi teatro ya era político, pero era demasiado afirmativo, como demasiado de predicación. Gran parte de lo que hacíamos eran mítines más o menos camuflados. Por eso sigo intentando que mi teatro esté permeado por lo político, lo social y otras cosas, como te he dicho, la ciencia… Pero trato de que los lenguajes escénicos obliguen al espectador a sacar él mismo las conclusiones, a hacerse preguntas. 

Esa es una de las cosas en las que yo insisto mucho en mis talleres, que debemos hacer que el espectador o la espectadora se vayan con deberes para la casa, que el teatro genere una desestabilización con visiones de las incertidumbres, de las verdades a toda costa, y sembrar interrogantes. Entonces una cosa que por cierto decía Chéjov, que el autor tiene que saber plantear bien las preguntas. 

Se ha dedicado a la enseñanza del arte dramático... ¿cuáles son esos retos que hay en la actualidad?

En mis talleres tengo una colección de temas muy diversa que me interesa: los sistematizo, organizo, meto ejercicios de escritura e improvisación y luego los vamos experimentando.

Los de la lista, los que iba a leer antes de recibir la condecoración...

En esa listita hay muchas que se deben tener en cuenta. Por ejemplo, trato de que aprovechemos una herramienta muy importante que hubo a partir del siglo XX para el teatro, la escritura y la actuación, que es lo que se llama el subtexto —lo no dicho֫—. En las obras de Chéjov lo importante no son los personajes, sino lo que nos dicen, y eso Stanislavski lo convirtió en una herramienta para el actor y la actriz: una cosa es lo que dice y otra cosa es lo que realmente piensa.

Ese aspecto de cómo escribir lo no dicho es uno de los temas de mis talleres. Para que sea el espectador el que aguce el oído, porque todos los discursos que nos rodean son falsos, ambiguos o hipócritas. Entonces hay que desconfiar del discurso, de la palabra. Ese es un tema que bueno, es artístico, pero también es político y social, y como eso... te podría dar una lista. 

Adaptaciones teatrales

Entre su repertorio, ha montado obras propias y de autores como Cervantes, Shakespeare, Chéjov, Cocteau, Brecht, Kipphardt, así como dramaturgias propias sobre textos narrativos de Joyce, Kafka, Melville, Sábato, Beckett, Cortázar, Rulfo, Buzzati...  A Sanchis Sinisterra le gusta más adaptar obras narrativas, la más reciente fue una versión de una novela de Clarice Lispector; también ha adaptado obras de largo aliento como Moby Dick y Rayuela.

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