Opinión

Como entidad territorial Medellín se transformará. Ahora no será solamente un distrito especial de nombre, como lo estableció la modificación constitucional de 2021 (Acto Legislativo 01), ya que recién se aprobó su ley reglamentaria particular. Y fue particular porque el acto legislativo partía de inaplicar al régimen de distritos vigente al momento. De hecho, es un logro en sí mismo la aprobación de tal ley que pone por encima el interés superior de la ciudad, a pesar de las diferencias partidistas que hubo antes entre las mayorías legislativas y la administración local.

En buena hora, el legislativo supo ponderar adecuadamente las críticas y recibir las observaciones que se hicieron desde la academia en particular y nuestro entorno local en general. Aquí mismo tuve la ocasión de criticar que el acto legislativo apuntaba según la normativa vigente a un simple cambio administrativo en el que la ‘distritalización’ consistía como obligación inherente en una reconfiguración de la división político-administrativa de la ciudad en localidades. Sin embargo, como ya se dijo, el proceso legislativo de la ley reglamentaria partió de inaplicar como norma general al Régimen para los Distritos Especiales, correspondiente a la Ley 1617 de 2013, y por ello no habrá obligación de cambiar la división político-administrativa de la ciudad.

El proyecto, inicialmente etéreo, tomó ya la forma de una ley con medidas e instancias concretas para darle cuerpo al propósito de potenciar una vocación especial y preferente de la ciudad de Medellín como polo de la ciencia, tecnología e innovación (CTI). Así, se contempla una institucionalidad propia con un órgano asesor para la política pública de CTI de la ciudad con la siguiente conformación: alcalde o su delegado(presidente), ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación o su delegado, representante del Concejo Distrital o su delegado, un rector de IES pública o su delegado, representante empresarial, representante de organizaciones sociales, director de Ruta N, representante de agencias de fomento CTI departamentales, representante de agencias de fomento CTI distritales, representante del Comité Universidad-Empresa-Estado distrital y representante del Consejo Territorial de Planeación de Medellín.

Tal composición del oficialmente denominado Organismo Asesor del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación Distrital de Medellín debería dar un marco equilibrado de gobernanza para la ciudad en el tema. Sin embargo, queda para la veeduría ciudadana y la elección de los representantes suplir la falta de criterios de inclusión diferenciales, pues no se encuentra ningún enfoque de género, étnico o territorial. Puede ser un tema importante para otra reflexión, porque para la cuarta revolución industrial se ha mostrado fundamental la sostenibilidad social mediante la inclusión.

Siguiendo con las medidas del distrito, lo que le otorga un marco de acción ejecutiva es la especificación taxativa de fuentes de recursos, un 1% del presupuesto de inversión de aquel y un 5% adicional del impuesto de industria y comercio. También se permite la imposición de una estampilla pro-innovación por parte del Concejo Distrital, además de la habilitación de fuentes nacionales y contemplar incorporar recursos de cooperación internacional. Sin duda, recae entonces sobre la administración distrital una gran responsabilidad de gestión para conseguir y proponer una ejecución efectiva de todas esas fuentes y recursos con dedicación al tema CTI y dentro una política pública.

Ahora, entre los retos, si bien ya no se hará la reorganización político-administrativa territorial de la ciudad, sí se imponen muchos cambios producto de la mayor autonomía de la ciudad en todos los ámbitos de la administración pública en una transición con plazo de cuatro años. La intermediación departamental desaparecerá en gran parte y la alcaldía asumirá nuevas competencias ordinarias. Sumado a ello, por exposiciones de funcionarios de la propia administración, he conocido que un reto que al menos la actual quiere imponerse es la transversalización de CTI en toda la actuación de la administración pública, por ejemplo, ¿cómo incorporar en la política pública de cuidado a la primera infancia la ciencia a la tecnología y la innovación?

Entonces, el marco de referencia del nuevo Distrito de Medellín es suficiente para dejar en manos de su administración su pleno desarrollo como tal. Hay todo un trabajo por delante que en el mismo tema CTI se había quedado algo rezagado, como la actualización de la respectiva política pública local. Le queda a la sociedad local apropiarse de esos instrumentos de política pública, por ejemplo, las zonas de tratamiento especial que se pueden organizar desde el plan de ordenamiento territorial para el propósito específico de desarrollo en CTI.

Por la parte de la academia, como hasta ahora, debemos seguir insistiendo en el rigor para todos estos desarrollos y acompañándolos para mejorarlos; desde la universidad pública y sus valores con especial énfasis en el desarrollo sostenible e inclusivo de Medellín.

Nota

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