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    Sara Yepes, movilidad en Alemania

    Última actualización 10 jun. 2019

    Mi nombre es Sara Yepes Orozco, soy estudiante de medicina veterinaria en la Universidad de Antioquia y tuve la oportunidad de conocer otro mundo: El año pasado hice mi primer viaje transatlántico. Mi primer viaje al exterior.  Tuve la gran oportunidad de representar a mi facultad y a mi profesión en el continente en el que la medicina veterinaria nació como carrera profesional y desde el cual se siguen dando la mayoría de avances en el estado de arte, ciencia y tecnología. Esta oportunidad debo agradecerla a la Universidad de Antioquia, a la gestión de mis compañeros y al Servicio Alemán de Intercambio Académico (Deutscher Akademischer Austauschdienst-DAAD-) con la beca Study Visits by Groups of Foreign Students.

    La preparación del viaje fue ardua, pero trabajando en grupo logramos crear una buena propuesta para ser aceptados en el programa del DAAD. En total 14 personas recibimos el visto bueno de esta institución para realizar nuestro viaje a Alemania. En este país, la medicina veterinaria es una de las profesiones más respetadas por la sociedad y la formación académica ofrece un camino un poco distinto de lo que conocemos, con otros tipos de programas doctorados, avances tecnológicos y médicos. Al mismo tiempo es un país que recibe con los brazos abiertos el potencial de personas de todas partes del mundo. La noticia del viaje por si misma era suficientemente emocionante.

    El itinerario del viaje fue un poco apretado, y es que hay mucho que ver, mucho que hacer y mucho que aprender en cualquier sentido: cultural, político, académico y social. Nos recibieron en tres instituciones de educación superior, cada una en una ciudad distinta: la Facultad de Veterinaria de la Universidad Leipzig, la Escuela Superior de Medicina Veterinaria de Hannover Fundación y la Facultad de Veterinaria de la Universidad Justus-Liebig de Giessen. Con todo el protocolo alemán nos guiaron por sus instalaciones, nos contaron sobre sus programas académicos, nos incluyeron en sus clases y salones. Nosotros les hablamos de nuestra universidad, de nuestro hospital veterinario, de la metodología de nuestras prácticas. Compartimos mucho y no solo conocimientos académicos, nos reconocimos como personas, con intereses similares, con costumbres diferentes pero capaces de entendernos y aprender juntos.

    Cuando hablamos de Alemania, siempre surge la pregunta inevitable: “¿y el idioma?”, y es que, si hay un idioma con fama de dificultad, ese es el alemán. En el grupo solo dos personas tenían idea de cómo comunicarse en este idioma y lastimosamente, yo no soy una de ellas. Por suerte todos los demás tenemos buen nivel de inglés y con ello era suficiente dentro de las universidades y en las ciudades más grandes en donde por turismo y facilidad muchas personas hablan inglés. Para lo demás bastaba con recurrir a gestos o expresiones y por lo general podíamos comprendernos con las personas con bastante facilidad sin usar palabras. Las personas allí están dispuestas a escuchar, tratar de entender y ayudar.


    Pronunciando solo las palabras más básicas en alemán como saludos, por favor y gracias atravesamos gran parte del sur del país, probando las comidas y bebidas típicas de cada región y las “especialidades” de cada ciudad: doner kebab, pretzels, currywurst, jaegerschnitzel, pero cuando veíamos la oportunidad lo mejor era poder cocinar en el hostal, ya que nos ahorraba algunos costos y garantizaba el desayuno a tiempo. Ir al supermercado era por sí mismo una experiencia muy divertida conociendo nuevos productos entre ellos mis favoritos eran los chocolates. Para el transporte dependíamos de los mapas de ciudad y de estrategias tecnológicas como google mapas. Hoy en día es muy fácil moverse en el mundo, reservar el hostal y llegar hasta allí de forma rápida y sin problemas.

    Creo sinceramente que la experiencia de un viaje puede tener el contenido de mil libros. No digo que dejemos de leer, sino que complementemos nuestra vida conociendo al otro y conociéndonos a nosotros mismos. Mi consejo para cualquiera que esté planeando un viaje de intercambio es que no tenga miedo de arriesgarse y de aplicar. Con una oportunidad de estas se gana mucho y no hay nada que perder.

    Para terminar, quería agradecer el apoyo desde la Universidad de Antioquia representado en la dirección de relaciones internacionales y en la decanatura de la Facultad de Ciencias Agrarias, quienes nos apoyaron para realizar este viaje de representación.

     

    Sara Yepes Orozco

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