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Gente UdeA

William Rojas Montoya: homenaje a un colombiano ejemplar

17/03/2024
Por: Juan Guillermo McEwen O. | Juan Manuel Anaya C.

Un médico cirujano destacado, un académico riguroso y constante, un científico innovador, un referente de la inmunología en Colombia… así fue William Rojas Montoya, egresado, profesor, investigador y exrector de la Universidad de Antioquia, quien murió el 27 de enero del 2024. Dos de sus «pupilos», los médicos Juan Guillermo McEwen y Juan Manuel Anaya, quienes participaron en su semillero de inmunología, recuerdan en esta semblanza al doctor Rojas y sus grandes aportes a la medicina en el país. 


William Rojas Montoya se graduó como médico cirujano en 1955, en la Universidad de Antioquia. Foto: archivo periódico Alma Mater.

El médico William Rojas Montoya (1929-2024) nació el 30 de diciembre de 1929 en la Estrella, Antioquia. Realizó sus estudios de primaria en el Ateneo Antioqueño y su bachillerato en el Colegio San Ignacio de Loyola, en Medellín. Médico cirujano de la Universidad de Antioquia, graduado en 1955 con tesis laureada —Carcinógenos químicos—. Se especializó en Medicina Interna realizando cursos en varias universidades del exterior, entre ellas, en la Universidad de New York, en 1955, y en la Universidad de Pensilvania, en 1956. En 1962 realizó un posgrado de hematología en el Hospital Hammersmith, de la Universidad de Londres.

En 1963 contrajo nupcias con Mercedes Echavarría R., con quien tuvo dos hijos —Patricia y Fernando—. En la última década de su vida se dedicó a cuidar sigilosamente a su esposa afectada por la enfermedad de Alzheimer. Merceditas, como se le conocía cariñosamente, falleció en el 2024. Por sus logros académicos fue reconocido como Fellow Laureado y Máster del American College of Physicians —Colegio Estadounidense de Médicos—.

Ocupó varios cargos destacados en la Universidad de Antioquia. Director ejecutivo de la Facultad de Medicina entre 1965 y 1969. Fue jefe del Departamento de Medicina Interna desde 1959 hasta 1969. Rector de la UdeA en el período de 1971 a 1972. Un hecho anecdótico de esta rectoría fue la asonada de los estudiantes el 20 de agosto de 1971, que entraron a la rectoría y le exigieron retirarse. Al negarse, lo sacaron en la silla que ocupaba y tuvieron la intención de lanzarlo desde el balcón, lo que afortunadamente no ocurrió.

Durante sus años en la Facultad de Medicina transformó el método de enseñanza de la medicina, comenzando por el departamento de medicina interna, con tan buenos resultados que fue adoptado rápidamente por los otros departamentos. El principal cambio fue modificar el sistema francés de enseñanza, basado en la cátedra magistral y la práctica en los enfermos presentada por el profesor, propia del sistema norteamericano, impartiendo la enseñanza en bloques y, lo más importante, se implementó un sistema de trabajo hospitalario de modo que los estudiantes tuvieran mayor contacto con los pacientes, así asumían un mayor compromiso y responsabilidad. Toda esta transformación fue apoyada por la Fundación Kellogg y la Fundación Rockefeller.

En 1970 fue fundador de la Corporación para Investigaciones Biológicas —CIB— junto con otros eminentes compañeros como la microbióloga Ángela Restrepo Moreno y el patólogo Emilio Bojanini Nize. Fue su director Científico de 1980 a 1996 y durante una de las crisis económicas de la institución cerró su consultorio personal para asumir el cargo de director general entre 1996 – 2004. Durante este periodo consiguió apoyos muy importantes del grupo empresarial antioqueño, lo que le permitió a la CIB sobrevivir y adquirir la sede en la cual se aloja hoy en día. Dirigió el fondo editorial de esta institución entre 1974 – 2004.

Fue presidente del Colegio Médico de Antioquia, de la Asociación Colombiana de Medicina Interna, al igual que de la de Parasitología y Medicina tropical y de la de Alergia e Inmunología.

A principios de la década de los setenta, junto con el médico Héctor Abad Gómez, se interesó en combatir la malaria en Urabá, consiguiendo recursos del Ministerio de Salud y de la United Fruit Company. Este esfuerzo continuó por décadas, obteniendo el apoyo del entonces gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancur, y otras instituciones, para hacer un hospital en Apartadó y crear el Instituto de Medicina tropical dirigido por el doctor Marcos Restrepo. También procuró recursos internacionales de parte de la Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano —Cinde—, la Organización Mundial de la Salud —OMS— y el Centro Internacional de Investigación y Desarrollo —Ciid— de Canadá, con lo que creó la Unidad de Control Biológico de la CIB y lideró un programa de control integrado de malaria en 30 comunidades de la costa pacífica del Chocó aledañas a los municipios de Bahía Solano y Nuquí. 

Con la salida de varios profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, en la segunda parte de la década del setenta, y debido a los problemas políticos, el doctor Rojas se vinculó como profesor de inmunología en la Facultad de Medicina de la Universidad Pontificia Bolivariana, donde en el primer semestre de 1980 creó un club de revistas de inmunología con sus estudiantes, el cual se mantuvo activo por más de cuatro décadas. Este club adquirió mucha importancia y fue insumo para su libro de inmunología. 

La historia del libro Inmunología de Rojas empezó al inicio de los años setenta del siglo pasado. La clínica Soma le solicitó dictar una serie de conferencias sobre los nuevos conocimientos que por aquel entonces se tenían de las células raras, que inicialmente describían como glóbulos rojos degenerados; y que la hematología estaba en aprietos por explicar. Estas conferencias fueron luego solicitadas por escrito en forma de catálogo. Así pues, él escribió de su puño y letra toda la información disponible y dibujó a mano las células y moléculas del sistema inmune más importantes conocidas a la fecha, dando lugar al primer libro de Inmunología escrito en español en el año de 1972

Con los años, algunas de las discusiones y actualizaciones que se hacían en el club de revistas y luego en el semillero de inmunología, se vieron reflejadas en las nuevas ediciones de su libro. El semillero no solo nos permitió adquirir una disciplina académica, nos ofreció la oportunidad de contar con un mentor único, un líder que nos mostró el camino, un ser generoso que nos compartió su vida, su conocimiento, su familia y su hogar. Un ser humano excelso, enciclopédico, con una memoria prodigiosa y mente brillante, un contador de historias y de su propia historia, un ser leal y noble. Un gran ejemplo, un Colombiano Ejemplar

Muchos integrantes del semillero siguieron sus carreras como profesionales de la salud en diferentes instituciones nacionales e internacionales, otros se hicieron investigadores, y un pequeño grupo continuamos reuniéndonos en su casa, donde en amenas tertulias nos actualizábamos en inmunología y fortalecimos los lazos de una amistad entrañable. Desde el año 2017 recibimos, como un gesto de generosidad adicional, la oportunidad de ser coeditores de su libro, al que no dudamos en renombrar como Inmunología de Rojas, y cuya edición decimonovena fue recientemente publicada. Esta obra ha educado en inmunología a estudiantes, profesores, médicos, microbiólogos, veterinarios y enfermeras, entre muchos otros profesionales de la salud y líderes de opinión. 

El doctor Rojas fue un humanista, aportando desde la medicina y desde su vasto conocimiento, para crear un mejor país. Trabajó en regiones apartadas, tratando de mejorar las condiciones de esas poblaciones al tiempo que procuró combatir la malaria y su transmisión. Su dedicación a la CIB y a los investigadores fue constante e inmensa, Durante su vida académica recibió muchos premios y reconocimientos, pero siempre fue una persona sencilla, generosa y dispuesta a aportar para el bien común.

Sobre los autores de este texto:

Juan Guillermo McEwen. Profesor de la Universidad de Antioquia e investigador CIB.
Juan Manuel Anaya. Director del Centro de Investigación e Innovación en Salud —Ciisa—,Coosalud EPS.

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