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Academia Sociedad

El desbordamiento de viejos reclamos sociales y políticos

13/05/2021
Por: Yénifer Aristizábal - Periodista

¿Qué impacto tiene esta crisis en el proyecto político colombiano? Aún no parece haber una respuesta; lo cierto, sin embargo, es que en el centro de la crispación hay problemas y reclamos sociales de vieja data, que le están pasando factura a los liderazgos políticos tradicionales. 


Foto: cortesía Juliana Restrepo Santamaría.

Las manifestaciones ciudadanas en las que millones de manifestantes han salido a las calles de las principales ciudades y centros poblados del país empezaron desde el 28 de abril. A los marchantes los alentó la exigencia del retiro del proyecto de reforma tributaria que fue radicado por el Gobierno nacional, a comienzos de abril, ante el Congreso de la República. Las manifestaciones no solo lograron que la propuesta fuera formalmente retirada por el Ejecutivo el 5 de mayo, sino que desencadenó en la renuncia del Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. 

Ambas acciones no fueron suficientes para los manifestantes, quienes han mantenido su descontento en las calles. Muchas de las consignas que guían estas protestas no solo están en contra del recaudo de nuevos impuestos, sino que también recogen demandas que se hicieron desde el 2019 en la gran movilización nacional conocida como 21N —21 de noviembre— y que tenían que ver con un mejor acceso al empleo y a la educación, y un reclamo por la actuación contundente de las autoridades contra el recrudecimiento de la violencia en el país y el incumplimiento de los acuerdos de paz. Ahora, a esa lista se le ha sumado la reciente propuesta de reforma a la salud. 

«Los problemas que tenemos actualmente en el mundo de la política no son fruto de esta coyuntura, sino que son una serie de fenómenos acumulados a lo largo de estos años, especialmente desde el 2016», resaltó Germán Darío Valencia Agudelo, docente e investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia —IEP—. 

Para el profesor, después de la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, los colombianos en las calles reclaman un escenario de posconflicto. Sin embargo, por otro lado, las elites políticas y económicas, la fuerza pública y el Gobierno «siguen pensando como si tuvieran un enemigo interno», sin un verdadero equilibrio entre las ramas del poder. 

Las confrontaciones en las calles entre manifestantes e integrantes de la fuerza pública, la vulneración de los derechos humanos denunciada por ONG colombianas y organismos internaciones y el malestar general en la población, ha sido el caldo de cultivo para una crisis social y política, con la desconfianza en el centro de la tensión social, agravada por el contexto pandémico y el de la crisis económica.

Para James Granada Vahos, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, esto ha representado «el desgaste de un proyecto político que en algún momento se presentó como novedoso y que resolvería muchas de las problemáticas del país». Granada no se atreve a etiquetar la coyuntura actual como una «crisis política» pero sí señala que se trata de un problema social y político que se ha desbordado. «Aunque es un paro nacional, uno ve que en cada territorio empiezan a surgir un montón de matices locales y sectoriales».  

Con unos líderes políticos tradicionales que no han logrado recoger las demandas de la población, con otros liderazgos aún difusos en medio de las protestas, la polarización ha cobrado protagonismo. Son comunes las escenas en las que se observan colombianos defendiendo una u otra orilla de manifestación e incluso peleando entre sí por lo que se considera la forma adecuada de manifestarse. Todo esto conlleva una sensación generalizada de que no hay salida posible o viable. 

¿Cómo salir de allí? 

Una primer posible salida a esta crisis política de confianza y representatividad que proponen estos dos investigadores, tiene que ver con un desescalamiento del conflicto: «dejar al lado el autoritarismo y no considerar a los manifestantes como menores edad», dijo Valencia, quien señaló también que hay que verlos como actores con quienes es necesario sentarse a conversar democráticamente. Granada Vahos, por su parte, indicó que es necesario parar la acción policial «que ha sido tan brutal». Para esa es la primera muestra de un verdadero acercamiento. 

Por otra parte, en el marco de la democracia representativa, para Valencia Agudelo es necesario invitar a los congresistas y los partidos políticos a escuchar a la gente y participar en la construcción de una nueva reforma tributaria que no solo responda a sus intereses particulares sino a la voz del pueblo colombiano. «Sin mermelada», dijo.

Para el profesor Granada Vahos, en las manifestaciones se escucha con fuerza la petición de la renuncia del presidente y, aunque no lo descarta por el flujo acelerado e impredecible de la protesta, cree que el diálogo es el escenario más posible. «Pero tiene que haber garantes nacionales e internacionales para generar escenarios de confianza que se han perdido, tras un quiebre importante en la relación entre los actores», mencionó. 

La primera salida —para el docente de Ciencia Política de la Alma Máter— es el reconocimiento de los actores y de las organizaciones sociales que pasa por dejar de lado, de una vez, el estigma y los discursos de odio por parte del Gobierno y de sus simpatizantes: «dejar de nombrar a los manifestantes con esas etiquetas peyorativas de vandalismo y terrorismo», expresó. Además, considera que las próximas elecciones son parte de la solución integral para la problemática actual: «no hay una buena salida para este Gobierno y ante esta situación es necesario mirar un mejor cambio o traspaso de gobierno que converse con los diferentes actores». 

En últimas, ambos académicos señalan la necesidad urgente de reconocer el lugar político de los manifestantes que representan un malestar y un sentir general. Actores con los que se puede y debe sentarse a dialogar sin que la represión estatal sea un elemento central.

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