Z7_89C21A40L06460A6P4572G3304

Teclas de Ayuda de acceso Rápido

ALT + 1 Inicio

ALT + 2 Noticias

ALT + 3 Mapa de sitio

ALT + 4 Búsqueda

ALT + 5 Preguntas frecuentes

ALT + 6 Atención al ciudadano

ALT + 7 Quejas y reclamos

ALT + 8 Iniciar Sesión

ALT + 9 Directorio telefónico

Letra:

Contraste:

Clic aquí para ir a la página gov.co
jueves, 28 de marzo 2024
28/03/2024
Síguenos
Z7_89C21A40L06460A6P4572G3305

Periódico Alma Máter

Z7_89C21A40L06460A6P4572G3307
UdeA Noticias
Z7_89C21A40L06460A6P4572G3386
Academia Vida

Protección de los ecosistemas, un reto en tiempos de paz

Lo más popular
09/11/2018
Por: Stiven Arias Henao - Periódico Alma Máter

Tras el Acuerdo de paz y la salida de grupos armados ilegales de varias zonas del país, el Estado tiene el reto de proteger valiosos ecosistemas, amenazados por la deforestación y el cambio climático.

El departamento de Caquetá, uno de los más afectados por el conflicto armado, es rico en biodiversidad. Fotografía: cortesía Luis Ángel Polo. Flickr/luis_polo

El implacable avance del cambio climático combinado con el impulso de productividad derivado de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc, auguran un sombrío panorama medioambiental para finales de este siglo. Autoridades científicas nacionales e internacionales advierten sobre la urgencia de intervenir el futuro ambiental, social y económico del país.

La firma del Acuerdo de Paz, en 2016, abrió la puerta para que las industrias minera y agrícola accedan a los bosques y selvas que estuvieron bajo el dominio guerrillero durante décadas. Paradójicamente, el conflicto resguardó ecosistemas que, sin el amparo de los fusiles, parecen tener los días contados. Según el Ideam, en 2016 la tasa de deforestación nacional creció 44 %.

Juan Camilo Villegas Palacio, investigador del Grupo de Ingeniería y Gestión Ambiental de la Universidad de Antioquia —Giga, indicó que más de la mitad de esa nueva ola de deforestación se concentra en la Amazonía, dejando a Colombia entre las cinco tasas más altas de deforestación a nivel mundial. El apetito voraz de la industria hace que el compromiso del Estado ante la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas de frenar la tala de árboles para 2020, parezca de papel.

De ahí que científicos de prestigiosas instituciones alerten sobre dos escenarios climáticos factibles para finales del siglo actual. Dichos escenarios, proyectados por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático —IPCC, se detallaron en el artículo Ecología de la paz: preparando a Colombia para nuevos climas políticos y planetarios, publicado en la revista Frontiers in Ecology and the Environment en septiembre de 2018.

Mitigar lo inminente

Alejandro Salazar Villegas, doctor en Ciencias Biológicas que trabaja en la Universidad de Islandia, señala que en el primer escenario el promedio anual de temperatura en Colombia habrá aumentado 1 °C para finales de siglo. «El siglo pasado —advirtió—, un aumento de 0.8 °C significó una reducción del área cubierta de nieve en nuestro territorio del 90 %». El que Salazar Villegas califica como «el más utópico de los escenarios» presagia un día en que nuestros paisajes blancos serían meras anécdotas en la polvorienta gaveta de la nostalgia.

El segundo escenario contempla un ascenso de casi 4 °C. Grandes poblaciones, víctimas de la hostilidad ambiental, huirían de regiones como La Guajira hacia grandes ciudades, fenómeno conocido como «migración climática». Los servicios ecosistémicos que ciudades como Medellín y Bogotá —con 3 y 8 millones de habitantes respectivamente— demandan diariamente de fuentes naturales finitas serían insostenibles, según advirtió Villegas Palacio.

Según el Ideam, en 2016 la tasa de deforestación nacional creció 44 %.

En cualquier escenario, hay cambios inevitables: se reducirá la capacidad de los ecosistemas para confinar carbono en la biomasa, aumentará la erosión de los suelos y disminuirá notablemente la regulación de los caudales de ríos. Las pérdidas en la ganadería y sectores agrícolas —como el café, el banano o la caña de azúcar— protagonizarían alarmantes titulares de prensa.

«Cuando se pierden bosques, la lluvia impacta muy fuerte el suelo y lo desprende. Por las pendientes tan altas en las regiones montañosas de nuestra geografía, el suelo “se lava” —explicó Villegas Palacio—. El Ideam estima que prácticamente toda la región andina tiene hoy problemas de erosión muy severos y, en los mejores casos, moderados». Como resultado, el país ya no sería «asimilador» sino «emisor» de gases de efecto invernadero.

El investigador del Giga ilustra así la feroz embestida humana hacia el medioambiente: «Este planeta ha tenido cerca de cinco catástrofes con fenómenos de extinción masiva, generalmente asociados a erupciones volcánicas, meteoritos, variaciones en la actividad solar, etc. Hoy está ocurriendo una catástrofe llamada Homo sapiens que, eventualmente y sin ser alarmista, puede llevar a la autoextinción».

Kenneth Feeley, doctor en Biología y profesor de la Universidad de Miami, lamenta que la deforestación esté extinguiendo especies de plantas y árboles que el conflicto armado no permitió estudiar durante medio siglo. «Es difícil proyectar lo mucho que podríamos perder porque simplemente no conocemos qué especies hay en los bosques colombianos. Perdemos especies antes de que siquiera tengan un nombre», señaló.

Decisiones con criterio científico

Ni ilusa indiferencia ni histeria apocalíptica. Consciencia, apertura y determinación. Ese es el llamado de los expertos ambientalistas, quienes subrayan que el trasfondo económico de las decisiones medioambientales no debe ser excusa para que la esfera política nacional ignore los criterios científicos. Los investigadores sugieren crear una red de monitoreo ambiental nacional con énfasis en zonas aisladas por el conflicto, de las cuales se sabe poco sobre cómo están respondiendo al cambio climático.

Iniciativas similares del IPCC han dinamizado colaboraciones entre científicos y dirigentes, pero su impacto mundial continúa en deuda, aseguró la ingeniera química Lina Mercado, quien hizo su doctorado en fotosíntesis del bosque amazónico y trabaja en la Universidad de Exeter, en Inglaterra. «Hay que vincular la industria; cuando las cosas producen plata, ocurren», aseguró.

Para Villegas Palacio, la apuesta por un desarrollo rural sostenible que priorice regiones no boscosas es un desafío que se puede abordar en la implementación del primer capítulo del Acuerdo de Paz. «Recomendamos desarrollar acciones en pastizales de los llanos orientales y toda la planicie del centro-oriente del país, en lugar del crecimiento desordenado que se está dando en zonas boscosas en el Amazonas y en sectores del Pacífico», agregó Salazar Villegas.

«Ética del ciudadano del planeta»

Modelar un mejor panorama ecológico es una empresa titánica. Lina Mercado propone estrategias como la generación de tecnologías con fuentes naturales renovables que gradualmente releguen los combustibles fósiles. Por su parte, Adriana Sánchez Andrade, doctora en Biología y docente de la Universidad del Rosario, de Bogotá, invoca la «ética del ciudadano del planeta».

«Pretender que nuestros actos no tengan consecuencias es irresponsable e ingenuo», reclamó Sánchez Andrade. Para ella, la sociedad colombiana poco se toma a pecho su responsabilidad medioambiental. En ese sentido considera que la ciudadanía debe replantearse el nivel de consumo de carne animal.

Cuanta mayor demanda, la industria cárnica necesita más espacios para el albergue de vacadas, lo cual conduce a mayor deforestación. Además, «al pasto le agregan agroquímicos en fertilizantes con incidencias graves en las dinámicas de los suelos —advierte Sánchez Andrade—, y las vacas pisan el suelo y lo compactan, dificultando la regeneración de bosques». La investigadora insiste en que no hay que estigmatizar el consumo de proteína animal, sino tomar consciencia de lo que genera el consumo desproporcionado.

Lo que sí está claro es que el tiempo deshoja los calendarios. Aunque se efectúen cambios radicales a distintos niveles, los resultados tardarán. Por ejemplo «el tiempo de vida del CO2 acumulado en la atmósfera puede ser de décadas», reconoció Salazar Villegas. En efecto, la convaleciente ecología colombiana exhala las últimas esperanzas de que su sociedad se responsabilice de su propio devenir.

Un desarrollo rural sostenible que priorice regiones no boscosas es un desafío en la implementación del primer capítulo del Acuerdo de Paz.



Balcón del Diablo, a los pies el río Caquetá. Fotografía: cortesía Julián Roldán Alzate.

Z7_89C21A40L06460A6P4572G3385
Z7_89C21A40L06460A6P4572G3387
Z7_89C21A40L06460A6P4572G33O4
Z7_89C21A40L06460A6P4572G33O6
Lo más popular
Z7_89C21A40L06460A6P4572G3340
 
Universidad de Antioquia | Vigilada Mineducación | Acreditación institucional hasta el 2033 | NIT 890980040-8
Recepción de correspondencia: calle 70 No. 52 - 21 | Apartado Aéreo 1226 | Dirección: calle 67 No. 53 - 108 | Horario de atención
Conmutador: [57 + 604] 219 8332 | Línea gratuita de atención al ciudadano: 018000 416384 | Fax: [57 + 604] 263 8282
Peticiones, quejas, reclamos, sugerencias, denuncias, consultas y felicitaciones
Política de tratamiento de datos personales
Medellín - Colombia | Todos los Derechos Reservados © 2020