Academia

Ciudadela Universitaria en 1968. Cortesía Museo Universitario, MUUA.

Hace 50 años, exactamente en el año 1968, estrenamos la Ciudad Universitaria de nuestra Alma Máter. Por esa misma época se construyeron las ciudadelas universitarias de la Universidad Industrial de Santander (UIS) y de la Universidad del Valle. Hasta entonces sólo la Universidad Nacional de Colombia contaba con su Ciudad Blanca. La Universidad de Antioquia funcionaba en la Plazuela San Ignacio, en donde aún cuenta con su Paraninfo, sus instalaciones eran insuficientes para albergar los programas que ofrecía, así como a sus estudiantes, profesores, el personal administrativo y trabajadores, hacinados en sus estrechas instalaciones.

Su construcción estuvo antecedida de unos hitos de la mayor importancia para el desarrollo, modernización y proyección de la Universidad. El gran impulsor de este proyecto fue Ignacio Vélez Escobar, a la sazón rector de la Universidad (1963-1965), de la mano de la Misión de la Fundación Ford, que participó activamente tanto en su diseño como en su construcción. Concomitantemente con la construcción de la Ciudad Universitaria se da un vuelco académico, al establecerse el Instituto de Estudios Generales en 1964 y abrirle paso a la departamentalización de las asignaturas del pensum, recomendadas por dicha Misión. El mismo respondió a las condicionalidades impuestas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al otorgar el crédito con garantía de la Nación para acometer dicho proyecto.

Después de la huelga estudiantil que paralizó la Universidad en rechazo a este esperpento en 1966, Estudios Generales derivó en la Facultad de Ciencias y Humanidades en 1968, dándole solución de continuidad a la reforma contemplada en el Plan Básico de la Educación Superior, agenciado por el Gobierno Nacional e inspirado en el repudiado por la comunidad universitaria Informe Atcon. Se impuso entonces la modalidad de los “créditos” para cada una de las materias que se cursaban y la calificación relativa basada en la “curva” de la campana de Gauss. Y así como enantes todos los primíparos tenían que pasar el primer año lectivo por los Estudios Generales, ahora debíamos pasar por Ciencias y Humanidades, independientemente de la carrera que se iba a seguir.  

En el año 1967 el movimiento estudiantil a escala nacional había sido sofocado y los consejos estudiantiles desintegrados y proscritos en todas las universidades. En el año de 1968 empezó a reagruparse el movimiento estudiantil y a reorganizarse nuevamente, aprestándose para salirle al paso a la abierta injerencia de las fundaciones norteamericanas en el campus universitario, a la imposición del Plan Básico, así como a la presencia en las universidades de los “cuerpos de paz”, que eran vistos como espías al interior de la universidad. Y la gira “de buena voluntad”, a instancias del Presidente Nixon, del Gobernador de Nueva York Nelson Rockefeller por Centro y Suramérica, dizque para  “restablecer” las relaciones con América Latina, sirvió de catalizador del movimiento universitario en contra de la intromisión extranjera en los asuntos internos del país (1).  

La movilización universitaria en mayo de 1969 en repudio de la visita de Rockefeller sirvió de preludio a la gesta estudiantil que tuvo su clímax en las jornadas de 1971, cuando enarbolamos la bandera del Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos. El punto central de este era la reivindicación de la autonomía universitaria, entendida como la gobernanza de la universidad, tanto en los aspectos académicos como en los administrativos, en manos de los estamentos de la misma. A pesar de que en julio de 1958 la Junta Militar había expedido el Decreto legislativo 0277 reconociendo la autonomía de las universidades departamentales, esta era una autonomía de papel. Por ello fue muy significativa la conquista del cogobierno, así fuera efímero, al lograr que el entonces Ministro de Educación Luis Carlos Galán expidiera el Decreto 038 de 1972 (2). Gracias a este el consejo superior de las universidades públicas quedó integrado sólo por representantes de los estamentos universitarios. 

Los avances de la Universidad de Antioquia, que junto con la Universidad Nacional ocupa los primeros lugares en la excelencia académica y está a la vanguardia de la ciencia y de la investigación, que se mide por el sinnúmero de publicaciones en revistas indexadas y el número cada vez mayor de patentes registradas, nos hace sentir a sus egresados ufanos y orgullosos de nuestra Alma Máter. ¡Qué bueno saber que la Ciudad universitaria que estrenamos hace 50 años sirve de faro de la inteligencia y el conocimiento en Colombia a una generación tras otra y que el Alma Máter sigue invicta en su fecundidad!

1. Amylkar D. Acosta M. Marzo 23 de 2001. A propósito de los 30 años del Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos.
2. Amylkar D. Acosta M. La autonomía universitaria. Junio 19 de 2016.