Periódico Alma Máter

Juan Camilo Chacón trabaja actualmente en el Museo de Historia Natural de Londres. Foto: cortesía Juan Camilo Chacón.

Un descomunal calamar gigante, los huesos de una colosal ballena azul y el imponente esqueleto de un tiranosaurio rex. Todo en el Museo de Historia Natural de Londres, hasta la arquitectura de su rincón más inadvertido, fue diseñado para impresionar. Sus visitantes lo saben; pero muchos desconocen que ese predio de botánicos, entomólogos y paleontólogos reconocidos es, también, dominio de un genetista colombiano con
vocación de historiador y alma de salvaguarda de la vida.

Su nombre es Juan Camilo. Su sencillez y jovialidad se reflejan más en la amigable mención de su nombre que en la formal alusión a Juan Camilo Chacón Duque, el doctor en Genética Evolutiva Humana por el University College de Londres. Él,persona antes que experto, aprendió a ser cálido y amable en Marinilla, Antioquia, donde nació en 1988. 

La labor que adelanta como investigador del Museo de Historia Natural está en la frontera de varias ciencias, como dejan ver las denominaciones de sus áreas de estudio: genética evolutiva, ADN antiguo y genómica. Para llegar allí hizo gala de los saberes y las pericias con que lo equipó la Universidad de Antioquia cuando egresó del pregrado en Biología, en el 2009, y de la maestría en la misma área, en 2013.

Con espíritu apasionado e inquisitivo, Juan Camilo busca muestras biológicas —piel, huesos o cualquier fuente de ADN— custodiadas en diferentes museos del mundo para estudiar las variaciones genéticas que han sufrido en los últimos dos siglos algunas especies animales del hábitat colombiano —la investigación hace parte del proyecto GROW Colombia—. Un ejemplo es el oso de anteojos, al cual el ser humano le clavó en sus lomos la siniestra leyenda de «especie en peligro de extinción», escrita con tinta de sangre y ceniza.

«La diversidad genética —explicó— se refiere a los cambios que se introducen por mecanismos naturales en la genética de los organismos. Entre más diversos sean, más posibilidades tendrán de adaptarse a un cambio medioambiental». Su convicción revela el guardián de la naturaleza que lleva dentro. La suya es una carrera contra el tiempo para descubrir atajos que permitan salir al corte de la erradicación de especies que avanza con cada sutil vibración de los relojes.

De sus exploraciones obtuvo la más emocionante de sus convicciones: disfruta como nada investigar la historia con la genética como herramienta. Podría decirse que es un detective tras el rastro de la historia de especies animales y de poblaciones humanas. ¿Quién lo creyera? ¡La genética como lupa que desnuda las huellas que sepultó el pasado! 

En su tesis de doctorado estudió la historia genética de más de 6000 personas de cinco países latinoamericanos: Colombia, Perú, Chile, México y Brasil. El estudio tuvo lugar en el marco del Consorcio para el análisis de la diversidad y la evolución de Latinoamérica —Candela—.

«Encontramos señales de historias pasadas que no fueron tan bien documentadas por su naturaleza clandestina», dijo. Detrás de esa advertencia hay una especie de grito de investigador, una especie de «¡goool!». Se refiere a la migración que hicieron hasta el Nuevo Mundo, judíos conversos al cristianismo y también practicantes del judaísmo. Un grupo representativo de estos fueron expulsados de España durante la época de la Colonia. La investigación arrojó que el 23 % de los latinoamericanos participantes del estudio tiene algún porcentaje de ancestría sefardí, es decir, judeoespañola.

Pero el potencial de este tipo de estudios va más allá de reconstruir el pasado de las poblaciones, lo que es en sí mismo un mérito fuera del alcance de muchos registros históricos. Otros de sus frutos podrían estar relacionados con tratar de entender por qué la nariz en personas de una población es más grande, por qué las facciones del rostro en ciertas comunidades son tan singulares, o por qué algunas poblaciones son más propensas a
determinadas enfermedades.

Juan Camilo se ha convertido en un referente de la genética evolutiva y un pionero en el uso conjunto del ADN antiguo y la genómica en Colombia. 
Gabriel de Jesús Bedoya Berrío, uno de sus mentores en la Alma Máter, le atribuye su éxito a la facilidad con que comprende conceptos complejos de ciencias biológicas y a su persistencia. Virtudes como esas son otras de las brillantes condiciones de Juan Camilo, el científico antioqueño que se mueve a través de la corriente del tiempo en el «vehículo» de la genética.