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Vida

El ejercicio, aliado en el control de la epilepsia

12/06/2017
Por: Sergio Andrés Urquijo – Vicerrectoría de Investigación

Las personas que sufren epilepsia tienden a hacer menos actividad física por miedo a sufrir crisis convulsivas peligrosas. Pero el ejercicio y el deporte son una excelente terapia complementaria.

Foto: cortesía dirección de Bienestar Universitario.

La vida de una persona con epilepsia puede verse limitada debido al miedo a sufrir un episodio convulsivo —característica de la mayoría de los cuadros clínicos de la enfermedad— en el lugar menos apropiado. 

Uno de los aspectos en el que más se reflejan dichos temores es en la actividad física, especialmente si se realiza al aire libre. Los prejuicios aumentan con la idea extendida de que el ejercicio físico puede propiciar dichos episodios. 

“Las personas con epilepsia suelen ser más sedentarios que los demás”, afirma el neurólogo infantil Jaime Carrizosa Moog, del Departamento de Pediatría y Puericultura la Universidad de Antioquia. “Esta limitación tiene que ver más con prejuicio, falta de conocimiento, estigmatización, temor y vergüenza, que con una condición propia de la enfermedad”.

Carrizosa, junto con otros investigadores en el mundo, alertan sobre esta prevención, pues la falta de ejercicio y deporte en las personas con epilepsia puede minar su salud física y emocional, al aumentar el riesgo de sufrir sobrepeso, obesidad, osteoporosis, enfermedad metabólica, hipertensión, depresión y ansiedad.

La falta de conocimiento de algunos profesionales de la salud respecto a la naturaleza y procesos de la epilepsia también puede causar esta innecesaria e inconveniente limitación. “Ha habido precaución y temor de recomendar actividad física en las personas con epilepsia, probablemente por la suposición de que dicha actividad pudiera desencadenar crisis epilépticas y de que la aparición de las mismas pueda generar lesiones físicas”, comenta el investigador. 

Actividad física: al nivel de una terapia complementaria

Promover la actividad física en los pacientes con la enfermedad se hace urgente, ante la evidencia de que la actividad física constante y guiada va más allá de los muy sabidos beneficios a la salud general, pues puede disminuir la frecuencia e intensidad de los episodios. 

“En varios estudios en modelos animales se ha demostrado que la actividad física disminuye las descargas paroxísticas en los trazados electroencefalográficos, lo que indicaría que habría una menor posibilidad de desarrollar crisis convulsivas en los pacientes”, explica Carrizosa, quien aclara que aún falta más investigación en humanos para determinar las ventajas del ejercicio en el control de la enfermedad. 

Los estudios mencionados resaltan que la actividad física puede ser protectora cuando comienza a manifestarse la epilepsia y es útil en la reducción de la frecuencia de las crisis. Algunos expertos sugieren que el ejercicio físico genera una especie de reserva o resistencia neuronal, que evita la aparición de crisis convulsivas. Algo bien interesante no solo para la epilepsia, sino para cualquier tipo de dolencia neurológica. 

Por supuesto, la práctica de deportes o ejercicio al aire libre o en grupo trae para las personas con epilepsia el riesgo de caídas o extravíos, si una crisis comienza en esos momentos. Pero el profesor Carrizosa aclara que el riesgo de sufrir lesiones físicas es mucho menor que los beneficios obtenidos con la práctica deportiva.

Al respecto, la Liga Internacional contra la Epilepsia, ILAE, recomienda ciertas restricciones o cuidados: debe sopesarse el riesgo en deportes como el buceo, escalada, ciclismo o patinaje, mientras los deportes de resistencia (como el trote prolongado) “deben estar sujetos a un entrenamiento físico que determinará si hay o no aparición de crisis”. Asimismo, la entidad indica que deportes de contacto, como el baloncesto o e fútbol, son seguros, pues difícilmente un trauma craneoencefálico leve desencadenará un episodio convulsivo.

Por tanto, se debe incentivar la actividad física y el deporte en las personas con epilepsia, y si lo piensan realizar de manera competitiva debe realizarse una evaluación médica y deportiva para prescribir u orientar el tipo de actividad física más apropiado. 

Con los cuidados y guías adecuados, el ejercicio pasa de ser un riesgo para el paciente con epilepsia a un gran aliado. Incluso, como señala el profesor Carrizosa, “la evidencia disponible sitúa la actividad física y el deporte en la categoría de terapia complementaria para las personas con epilepsia que, a un bajo costo, logra grandes beneficios”.

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