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Sociedad

¿Qué dirían los niños de la calle?

26/04/2019
Por: Stiven Arias Henao — Periódico Alma Máter

La atención a la población en situación de calle es un desafío. Si se trata de niños y adolescentes, el reto es aún mayor. Averiguar cómo estos conciben su vida es un paso necesario para los procesos de intervención.

Ilustración Andrea González Forero. Cortesía: Constanza Forero Pulido.

Usted comparte con su pareja en una cafetería tras una extenuante jornada laboral. A sus espaldas un niño de la calle —de escasos diez años— implora, mesa por mesa, un pan o una moneda. Aunque no lo ha visto, ¿cómo imagina su vida?

Su respuesta, seguramente, diferirá mucho de la del niño. De allí que investigadores de la Universidad de Antioquia recalquen que las iniciativas de atención a niños y adolescentes en situación de calle deben partir de su concepción del mundo, no de supuestos sociales.

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«El niño de la calle no es el típico pordiosero. Les gusta arreglarse bien, pero visten sucio si necesitan asustar o causar pena», sostuvieron Constanza Forero Pulido, investigadora del Grupo de Emergencias y Desastres, y Álvaro Giraldo Pineda, investigador del Grupo Salud y Sociedad, quienes han trabajado conjuntamente durante 20 años con niños y adolescentes con experiencia de vida en la calle.

La explicación de Forero y Giraldo es confirmada, por ejemplo, en el caso de un joven afro apodado Sombra, que los investigadores recuerdan por sus extravagantes pintas de rumba nocturna. Igual que otros adolescentes, Sombra solo halla calor en su «parche» de amigos, su único círculo.

Como el suyo, muchos rostros inocentes dejan de adornar los retratos familiares para camuflarse en selvas de cemento, buscando sobreponerse a los golpes o la violación de quienes supuestamente los protegerían.

Para sorpresa de los investigadores, a muchos niños no les molesta que otros denigren de su maltratador si fue su padre u otro familiar; pero si fue su madre, no toleran vituperios. Así ocurrió con la niña cuya madre la amarró a una cama desnuda todo un día para humillarla.

Otros rasgos

La capacidad para regenerar las heridas es el escudo que la vida les dio para batallar a muerte. Más por convicción que por necesidad, su botiquín de primeros auxilios contiene solo agua y jabón azul, el mismo que quizás usted tenga en su lavadero.

La serenidad con la que intervienen sus lesiones es la misma con que relatan sus experiencias sexuales. Muchos se autoreconocen como «rateros» porque venden sus cuerpos a ratos para conseguir drogas —que suele ser el eje de sus vidas—, pagar una pieza o comprar comida. Para ellos, el sexo es solo eso o, a lo sumo, un trabajo que no afecta sus relaciones románticas.

En esa línea, Giraldo Pineda advirtió que la sociedad alimenta mitos alrededor de los niños y adolescentes de calle. «Encontramos que son cuidadosos al extremo de que, si sus clientes no llevan condón, ellos usan dos porque creen que los que les dan en las residencias donde hacen sus ratos están infectados o rotos». Tristemente, según los investigadores, algunos clientes se obstinan en prescindir del preservativo. Cuando los niños se rehúsan, son amenazados con arma blanca y violados.

Por otro lado, los investigadores concluyeron que regresar a casa no siempre es el mejor camino para un niño o joven en situación de calle. Solo contemplan esa opción cuando su vida está bajo real amenaza, pero volverán a su «parche» tan pronto como puedan para no perder su lugar en la jerarquía ni la libertad y adultez que tanto buscan. Si el «parche» no los acepta, quedarán desamparados.

Los académicos recalcaron que entender a los niños es trascendental para diseñar estrategias de acompañamiento y educación sexual acertadas, más allá del uso de preservativos. «Quienes reciben a los niños callejeros en los centros de salud —agregó Giraldo Pineda— los agreden mucho o no los saben manejar, y se les van de las manos».

Pero no solo el personal educativo o de salud debe evaluarse. La sociedad en general también. No pocas personas evaden a los jóvenes en situación de calle al punto de cruzar la acera para evitarlos, agravio que los investigadores califican como «la peor afrenta» para ellos.

Cifras

Según el Plan Docenal: Medellín, ciudad y ruralidad de niños, niñas y adolescentes 2016/2028, «hoy no se ven tantos niños, niñas y adolescentes en calle. Durante el 2014 se registraron 71 menores de 17 años, y no se registró ninguno por debajo de los 10 años». Para Giraldo y Forero, las cifras oficiales no reflejan la realidad del problema.

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