Opinión

El día 25 de marzo de 2021 se dio inicio formal a la conmemoración de los 120 años del inolvidable Liceo Antioqueño de la Universidad de Antioquia. Sus egresados celebramos una eucaristía virtual con la asistencia curiosamente de 120 personas entre profesores y exalumnos de muy diversas promociones. La ceremonia fue presidida por monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, obispo castrense, perteneciente a la promoción de 1979.

Todo lo relacionado con la institución educativa es grandioso por eso me tomo el atrevimiento de escribir estas notas, hablar de diversos temas a la vez, aunque de manera fugaz, pero con el propósito de rendir un homenaje a nuestros formadores y manifestar mis sentimientos de admiración y aprecio por los directivos y los compañeros de todas las épocas. Lógicamente no pretendo ser exhaustivo y solo hablaré de algunos de mis personajes favoritos.

Empiezo recordando a Jorge Franco Vélez y a José Ignacio González, ambos egresados y médicos de profesión quienes escribieron sobre el liceo en sus libros Hildebrando y Concordia, años de frenesí y de guerra. Dedicaron páginas enteras a sus profesores.

Decían que José María Bravo Márquez era un profundo humanista y el maestro Arbeláez la humanidad misma. Bernardo Arbeláez Uribe practicaba el principio socrático “para enseñar es preciso hacerse amar”. Fue representante profesoral en el Consejo Directivo de la Alma Máter y antes de ocupar este cargo había liderado un movimiento de docentes en el ámbito nacional. Muchos profesores fueron despedidos de sus instituciones educativas, pero después de una larga lucha donde el profesor trabajó como obrero raso en el cubrimiento de la quebrada Santa Elena fue revinculado a la Universidad. Relatan que dictaba clases en su nuevo sitio de trabajo y recibía la solidaridad de la sociedad especialmente de sus propios estudiantes que celebraron a rabiar el triunfo final mediante la protesta pacífica.

Añade el doctor González que don Pepe decía que el que habla canta y que la voz era el más antiguo instrumento musical. Fundador del Orfeón Antioqueño en 1932, un acuerdo entre el Liceo Antioqueño y la Escuela de Bellas Artes. Llegó a contar con cinco mil voces.

El Castellano de Bello, lo daba don Alfonso Mora Naranjo a las seis de la mañana en uno de los salones de la Escuela de Derecho, sobre la Biblioteca de la Universidad de Antioquia, de la cual era director. Daba su clase con entusiasmo, ardor y amor. Semejaba un gladiador triunfante. Terrible fumador y tomador de café. Mora Naranjo llegó a leer veinte horas seguidas, tomando notas, decía que sufría de encarnizamiento por la lectura.

Hubo un profesor muy sabio en el área de química. En realidad, muy brillante pero como era bizco sus estudiantes que eran tremendos lo pusieron oxido de antimonio que corresponde a la fórmula Sb2O3. Su nombre de pila don Alfredo Restrepo.

En un tiempo la clase de religión magistral era responsabilidad de Mariano Ospina Rodríguez quien fue presidente de la república. Contaba con una gran asistencia.

Sobre la creación del Liceo Antioqueño manifiesta la profesora María Teresa Uribe de Hincapié en el Libro Universidad de Antioquia Historia y Presencia que en el año 1900 la Alma Máter estaba cerrada por la guerra civil y convertida en un cuartel. A pesar del intenso déficit presupuestal se decide reabrirla bajo la rectoría de Carlos E. Restrepo.

La reforma que hizo este rector contempló la creación del Liceo de la Universidad, con tres años de educación media a partir de los cuales los estudiantes pasarían a la facultad de Filosofía y Letras, que quedaba así integrada. El decreto 13 del 30 de marzo de 1901, expedido y refrendado por Abraham Moreno, jefe civil y militar del departamento, es el acto administrativo que dio origen al Liceo.

Apenas alcanzo a mencionar algunos de los más ilustres directores del Colegio: Justo Pastor Mejía, el primero de ellos; Alejandro Vásquez Uribe fue el segundo, pero entre los mas recordados están Julio César García que además fue rector, Joaquín Vallejo Arbeláez el del famoso Plan Vallejo, Fernando Gómez Martínez, Vicente Barrios Ferrer, Hernando Sánchez Eusse y para no hacer muy larga la lista finalizo con Julio César Restrepo Londoño a quien le correspondió las celebraciones de los setenta y los ochenta años de la institución.

La lista de egresados es inmensa. Solo quiero destacar algunos que me permite mi frágil memoria: Gil Juvenal Gil Madrigal, Juan Bautista Montoya y Flórez, Fernando González Ochoa, Fernando Botero Ángulo, Gonzalo Arango, Carlos Castro Saavedra, Octavio Arismendi Posada, Iván Duque Escobar, Jota Emilio Valderrama, Jorge Valencia Jaramillo, Bernardo Guerra Serna, Jorge Montoya Toro, Pablo Montoya Campuzano y en particular los que han recibido la distinción que otorga el Ama Máter en las jornadas universitarias denominada “José Félix de Restrepo”, son ellos: Carlos Betancur Jaramillo, Jaime Borrero Ramírez, Jaime Restrepo Cuartas, Jairo Enrique García Gómez, Alberto Aguirre Ceballos y Tiberio Álvarez Echeverri.

Los años maravillosos de nuestra juventud los vivimos en el Liceo Antioqueño, en nuestro caso en Ciudadela Robledo. Que viva la Universidad, cantemos todos con grande emoción como nos enseñaron José María Bravo Márquez y Edgar Poe Restrepo. ¡Sigamos celebrando compañeros!

Notas:

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