Opinión

Iván Garzón Vallejo, profesor de filosofía política de la Universidad de la Sabana, autor de varios libros, conservador, fue expulsado de esta Universidad mediante terminación del contrato, sin justa causa y con un documento firmado de “mutuo acuerdo” y la correspondiente indemnización.

De forma similar fue expulsada hace dos años la profesora Luciana Cadahia de la Universidad Javeriana, destacada feminista, autora igualmente de una serie de libros y artículos académicos. Los dos procesos de expulsión tienen como característica común que las universidades no dieron a los afectados ni a la comunidad universitaria ninguna explicación sobre las razones que motivaron sus decisiones. Procedieron como empresas que tienen la facultad de terminar los contratos de sus empleados libremente. ¿Pero las universidades son empresas?

Ciertamente la transformación que ha tenido la universidad en los últimos tiempos la ha ido convirtiendo en la antítesis de lo que debe ser la universidad. Hoy las universidades se comprenden como universidades empresariales, que han adoptado el modelo de la organización capitalista.

Como escribe Richard Münch, «este proceso de transformación somete progresivamente la ciencia a los estándares de un capitalismo académico, en el que el uso del conocimiento con fines de aumentar la acumulación del capital le acaba ganando la mano al proceso abierto de búsqueda de conocimientos en general» (Münch, 2009-104).

La ciencia y las humanidades son destruidas al imponerles los principios universales de la competencia y la mercantilización. El interés en la comercialización de la ciencia impone a los sistemas de investigación nacionales que respondan a la presión del mercado para hacer que la academia sea así más eficiente. En algunas universidades de Colombia, muy poderosas, que han crecido no en virtud de la creación de una tradición científica, sino debido a su capacidad de adaptación a las nuevas reglas de la competencia, la presión es más ideológica y corresponde a los intereses partidistas de la institución. Esto permite explicar en parte las mencionadas expulsiones de profesores.

¿Qué debe ser la universidad? La universidad es una institución cuyo núcleo se dedica al conocimiento y la docencia. La universidad debe cumplir con su fin fundamental que es la producción del conocimiento científico, social y humanista de calidad. Para desarrollar una investigación básica y autónoma, la universidad ha de ser libre. Esto nos lleva al asunto de la autonomía.

La universidad que goza de autonomía hace posible una formación individual libre y responsable. De este fundamento se obtienen la libertad de cátedra, de investigación y de opinión. El derecho a la libertad de cátedra, y a la libertad de pensamiento, son derechos de los profesores, establecidos en la Constitución de 1991.

La única limitación es el estándar del método científico en general y de la disciplina particular en la que cada uno es activo. Pero, dónde la libertad de opinión, de pensamiento, de cátedra son violadas, dónde la formación se centra en la pésima preparación de ciertas élites gobernantes, no se puede decir que esos edificios sean una universidad.

Este texto fue publicado en el periódico El Colombiano el martes 19 de enero de 2021