Opinión

Para muchos de nosotros, hacer parte de este gran sueño nombrado “Alma Mater de los antioqueños”, es toda una utopía hecha realidad. Más aún, cuando circunstancias personales e históricas hacen que tus probabilidades de ser parte de esta gran institución, sean menos aún.

Y este es nuestro caso, el de las personas con discapacidad visual de la Universidad, quienes además de tener que lidiar las dificultades impuestas muchas veces por el mismo sistema educativo, nos toca padecer la indolencia de quienes, posiblemente sin ser parte de la comunidad universitaria, desconocen el valor de su diversidad y lo que ello representa en la construcción de una sociedad más equitativa.

En tal sentido, es creciente nuestra preocupación por la forma en que las ventas en la universidad se han venido tomando los espacios más transitados. Más que el tema de la formalidad o no de las ventas, que no es el caso que nos ocupa, nuestra inquietud subyace en que, como personas con dificultades para ver y, por ende, para nuestro fácil desplazamiento, el cual, cada día que pasa se nos obstaculiza aún más.

Entendemos la necesidad de las personas de obtener recursos para su  subsistencia; no obstante, también ellas deben comprender que se encuentran al interior de una institución educativa en la que el espacio cada vez escasea más, respetar las necesidades de los demás, ubicarse al lado de los pasillos permitiendo el libre flujo de las personas y evitando posibles accidentes.

Cabe aclarar que mi inquietud no sale de la nada, durante los últimos días han sido frecuentes los reclamos que en tono desobligante, han hecho algunos de los vendedores a las personas con discapacidad visual de la comunidad universitaria cuando estas se tropiezan en las ventas, y sin ningún asomo de respeto y solidaridad, son instigados a tomar otras rutas cuyo desconocimiento les representa un peligro para su integridad física o el tener que invertir más tiempo en su desplazamiento.

Resulta paradójico, que justo en nuestro claustro universitario, que se precia de incluyente y uno de cuyos principios es la convivencia, sucedan este tipo de situaciones.

Y me pregunto, ¿será entonces que nuestra comunidad está adoleciendo del principio de la empatía? Ese que nos ayude a tener conciencia de que uno puede llegar a estar en el lugar del otro, obrar en consecuencia y contribuir con pequeños detalles en el día a día a la construcción de una sociedad más civilizada, basada en la solidaridad con todos los seres vivos.

Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.