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Opinión

La promoción de la salud

18/02/2021
Por: David Stiven Álvarez Varelas Estudiante de Administración en Salud, Facultad Nacional de Salud Pública, UdeA

«...¿Cómo promocionar la salud en tiempos de coronavirus? Ya que es evidente que no es un tema que debe tratarse en días específicos, sino que sucede en el día a día y se transmite sin necesidad de la presencia de los medios masivos de comunicación.»

El doctor sabe de salud, pero no sabe de comunicación. Así de simple. 
                      Alfonso Gumucio-Dagron

Si bien, la salud es un término que se ha utilizado para referirse a esos estados en que el ser humano se siente vital y que además se contrapone a la enfermedad, como la situación que se padece en determinadas circunstancias. A su vez, esta se constituye como un derecho a existir en plena armonía con el contexto en el que se habita. Para ser más específico, la palabra salud viene del latín salus, salutis[1], que significa salvación, concepto que se aplica a esos apartados de la vida en el que se deben superar dificultades, tanto objetivas como subjetivas. De ahí emerge su importancia y la manera en que confluye con la cultura.

Es entonces necesario preguntarse cómo se visualiza este tema desde la perspectiva política, en tanto derecho propuesto para cada individuo.  Por lo tanto, hay que referirse a eso que llaman “promoción de la salud”; según Winslow (1920), citado por Dagron (2010):

La promoción de la salud es un esfuerzo de la comunidad organizada para lograr políticas que mejorarán las condiciones de salud de la población y los programas educativos, para que el individuo mejore su salud personal, así como para el desarrollo de una maquinaria social que asegure a todos los niveles de vida adecuados para el mantenimiento y mejoramiento de la salud. (p.70)

Así pues, la promoción de la salud constituye todas esas pautas que generan un bienestar a la sociedad y su cultura, es decir, se instaura en cada una de las necesidades que emerjan de toda problemática, acudiendo a las subjetividades. Sin embargo, lo paradójico está en cómo se utiliza dicho medio; pareciera ser un episodio de contradicciones que pululan en conveniencia a todo recurso que opera para justificar “programas” y “planes” que nada tienen que ver con la otredad.

Pero, ¿Dónde radica dicha problemática? En un cúmulo de posibilidades que sugieren una convivencia, la comunicación se hace necesaria, pero no la que se encarga simplemente de transmitir un mensaje; se trata pues, de una comprensión total de dos percepciones que se habitan, que confluyen en determinadas circunstancias y que entienden, desde la practicidad, lo que sucede, tanto física como emocionalmente. Para ir a un contexto más cercano, es relevante hablar de la relación que hay entre médico-paciente, misma que se va convirtiendo en un asunto de negocios, donde la percepción humana del término “paciente” queda rebajada a un simple “cliente” que reaviva la idea de poder que hay entre una jerarquía de conocimiento.

Para los servicios de salud el paciente no es sino un “cliente”, como se lo denomina en la jerga heredada del “mercadeo social”. El paciente no es considerado como un individuo (y menos como una comunidad), que debería tener parte activa en las decisiones que se toman sobre su vida y su futuro. (Dagron, 2010, p.73)

Pareciera que la diferencia impera en toda relación con el otro y no importara más que mantener una homogeneización para dar pautas que legalicen toda actitud ambiciosa y además invisibilicen los verdaderos componentes que aquejan y que gritan salvarse. Pero ¿Qué relación se debe tejer entre instrumentos médicos y tratos profesionales?, Foucault (1987) lo ilustra de esta manera:

Médico y enfermo están implicados en una proximidad cada vez mayor, y vinculados; el médico por una mirada que acecha, apoya cada vez más y penetra, el enfermo por el conjunto de las cualidades irremplazables y mudas que en él traicionan, es decir muestran y ocultan las hermosas formas ordenadas de la enfermedad. La mirada no es ya la paradójica luz que se borra a medida que descubre; es el vínculo sólido, el único soporte concreto, que permite a la verdad, pasando por una percepción singular. (p.178)

El término salud sugiere algo que va más allá de la objetividad científica, es decir, se enfoca en la manera en que todo ese aprendizaje medicinal llega al receptor. Un ejemplo claro es la forma en que se hace llegar la información de prevención de determinadas enfermedades a lugares donde se cuenta con pocos recursos y no dejarlo en una típica frase musicalizada que luego se va quedar en el olvido o peor aún, que no será escuchada.

En definitiva, es un asunto que traspasa el material publicitario y los límites que se dibujan entre el consultorio y la realidad. Las miradas de los médicos que se hacen en la inferioridad de un enfermo dibuja lo que pasa en las cotidianidades hospitalarias, y los comunicadores de la prevención quisieran quedarse con el terreno de las humanidades, rebajando el conocimiento a un simple acto egoísta y elitista. Finalmente, es necesario preguntarse, en este presente ¿Cómo promocionar la salud en tiempos de coronavirus? Ya que es evidente que no es un tema que debe tratarse en días específicos, sino que sucede en el día a día y se transmite sin necesidad de la presencia de los medios masivos de comunicación.

[1] Diccionario etimológico RAE
__________________

Referencias bibliográficas

ASALE, R. (2020). Salud. Diccionario De La Lengua Española. [online] «Diccionario de la lengua española» - Edición del Tricentenario. Recuperado de https://dle.rae.es/salud

Dagron, A. G. (2010). Cuando el doctor no sabe: comentarios críticos sobre promoción de la salud, comunicación y participación. Estudios sobre las culturas contemporáneas, (31), 67-93.

Foucault, M. (1987). El nacimiento de la Clínica. Una arqueología de la mirada médica. México. 12ª edición en español, Editorial Siglo XXI.


Notas:

1. Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

2. Si desea participar en este espacio, envíe sus opiniones y/o reflexiones sobre cualquier tema de actualidad al correo mediosdigitales@udea.edu.co con el asunto «Columna de opinión: Título de la columna». Ver criterios institucionales para publicación.

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