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Opinión

Hacer trizas el partido

25/04/2018
Por: Adrián Restrepo Parra, profesor Instituto de Estudios Políticos, UdeA

"...Una serie de factores externos han contribuido hacerle difícil a los miembros del Común la participación política partidista, por ejemplo, carencia de recursos para realizar una campaña electoral, saboteo a los actos de campaña y, entre otros, el entorno mismo de violencia sobre sus militantes..."

Si nos atenemos a la definición que algunos líderes de la FARC daban de su organización como un partido político en armas, entonces podríamos considerar que el Acuerdo de paz eliminó la parte de las armas quedando el partido.

Ahora en el pos-acuerdo, la dinámica política tanto externa como interna parece querer terminar justamente con lo que queda de la ex guerrilla: el partido político. Desaparecida oficialmente la guerrilla, el proceso de reincorporación política de los excombatientes bajo la figura de un partido político unificado parece hacerse agua.

Una serie de factores externos han contribuido a hacerle difícil a los miembros del Común la participación política partidista, por ejemplo, carencia de recursos para realizar una campaña electoral, saboteo a los actos de campaña y, entre otros, el entorno mismo de violencia sobre sus militantes. Entre estos factores externos, los sectores del Uribismo y el Santismo coinciden en el propósito de impedir la consolidación del partido FARC. Con sus propios medios y estilos, el resultado buscado es el mismo porque consideran que así evitarán que el comunismo tome al país. Santos desarmó a la guerrilla y con su candidato Vargas Lleras quiere terminar, en democracia, con el partido que ésta creó. En la tarea de acabar el partido participan más actores porque no quieren ni guerrilla ni partido comunista, como Duque el candidato de los Uribistas.

Esta intención externa de hacer trizas el partido del Común se conjuga con aspectos internos de la misma organización ex guerrillera. La unidad del “ejército del pueblo” parece entrar en discusión cuando las armas desaparecen. Sin el fantasma de un juicio revolucionario conducente a la muerte, las tendencias políticas internas afloran más abiertamente y con ellas, en ciertas ocasiones, los conflictos. Por supuesto, la coyuntura de la captura de Santrich agudiza la situación interna actual de esta organización porque, tal como van las cosas, con testigos en contra, como el infiltrado de la DEA y el testigo “estrella” Marlon Marín, sobrino de Iván Márquez, pierde peso la hipótesis que el caso pueda ir a la Justicia Especial y, de ser así, pasaría a la justicia ordinaria.

En ese escenario, existen tres posibilidades: a) tráfico de drogas con el propósito de enriquecimiento personal, b) tráfico con el fin de beneficiar un sector de excombatientes (los que tiene a su mando) y c) tráfico con el objetivo de financiar todo el partido. Políticamente hablando, la primera opción sería la menos grave para el partido del Común mientras que las otras dos son de mayor compromiso para la organización porque irían más allá de la opción personal de un individuo así este haya obrado con el propósito colectivo de encontrar “soluciones extra rápidas” para atender la situación que viven los miembros de la organización en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación.

Jurídicamente hablando, Santrich en las tres posibilidades tiene problemas graves porque la sindicación es la misma: narcotráfico. Para que el proceso judicial incluya más miembros del Común tendría que comprobarse que Santrich dirigía una red de producción y distribución conformada por miembros de la ex guerrilla. En cuyo caso las capturas serían individualizadas, es decir, diferenciando entre quienes cumplen con el Acuerdo y quiénes no. Claro está, entre más capturas mayor costo político para la ex guerrilla porque se entendería que no está cumpliendo con lo acordado que es, en palabras de su máximo líder, “el principal patrimonio que debemos cuidar como la niña de los ojos”. Visto así, ese posible costo político podría conducir a fraccionar el partido entre quienes quieren cumplir cabalmente el Acuerdo y quienes desean hacerlo parcialmente.

Si la conjugación de los factores externos e internos conducen al partido FARC a su desintegración esto ratificaría la tendencia histórica en Colombia con los procesos de paz entre Estado y guerrillas: los excombatientes después de una negociación han querido convertir la organización armada en una organización política unificada y han fracasado. Y como en esos procesos, la participación política tal vez quede referida a la conformación de otros partidos según tendencias y fracciones internas, a la participación en partidos políticos ya conformados o solo a ejercer el voto. Sin embargo, el mayor riesgo de hacer trizas el partido es que la dispersión de los ex combatientes redunde en el robustecimiento de las violencias que todavía perviven en el país y las cuales el Acuerdo de paz prometió sofocar. 


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia. Escriba y envíenos sus columnas de opinión al correo electrónico: udeanoticias@udea.edu.co.

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