Opinión

En Europa oriental son cada vez más estridentes los argumentos populistas contra la democracia liberal y de partidos. Los populistas son partidarios de líderes muy fuertes no vinculados con las instituciones y la ley. Jarolslaw Kaczynsky se presentó como el gran líder de Polonia. Andrej Babis centró su discurso en las elecciones en la República Checa en ser el gran capitán de la economía que salvaría a su patria. En las últimas elecciones europeas el partido de extrema derecha Reagrupación Nacional de Marine Le Pen, obtuvo una importante votación, derrotando a Macron. Y Salvini, ministro del Interior de Italia, tuvo en estas elecciones un gran triunfo y amenaza con salirse de la Comunidad Europea.

Los populistas rechazan la democracia representativa y son partidarios de la democracia directa que se realiza por medio de plebiscitos y referendos. Orbán organizó un referendo sobre la inmigración con el fin de abolir las cuotas migratorias propuestas por la Comunidad Europea. En la República Checa, el partido populista recomienda el referendo como modo de gobernar. En Europa los movimientos populistas buscan cambiar la situación política creada por la Unión Europea y por esto rechazan las decisiones tomadas en Bruselas. Así, pretenden derribar el supranacionalismo propuesto por Estados que han cedido una parte de su soberanía a una institución transnacional, y establecer un poder fuerte en cada uno de los Estados soberanos.

La participación directa del pueblo en el proceso de creación de las leyes caracteriza al populismo. En Colombia esto se denomina “estado de opinión”. Bajo esta fórmula se plantea abolir la representación democrática, rediseñar las cortes, el Congreso y desmembrar las estructuras de la paz. Los populistas afirman que representan a la mayoría “verdadera” y una vez en el poder proclaman que tienen la legitimidad para utilizar la democracia constitucional a fin de hacer de las instituciones una propiedad de sus mayorías. El populismo supone que la comunidad política debe ser homogénea y que la dirección la desempeñe un líder con poderes extraordinarios que exprese la voluntad del pueblo. Esta es la nueva política que cobra cada vez más fuerza en el mundo entero.

El liberalismo democrático simboliza la política de partidos, la representación, la división de poderes. La “nueva” política, populista y nacionalista, encarna a los ciudadanos desvinculados de los partidos, que se relacionan por medio de internet y las redes sociales, directamente y de forma horizontal. Las posibilidades de la democracia directa se muestran de manera clara en el referendo como medio para la restauración de la confianza en la democracia. La idea de Rousseau, según la cual la democracia se construye mediante el ejercicio directo del poder por el pueblo, que no puede ser remplazado por la representación, ha sido aprovechada por estos populistas para destruir el liberalismo. Pero olvidan algo: la soberanía del pueblo no es ilimitada: está circunscrita a los límites que establecen la Constitución y los derechos de los individuos, asunto que los ciudadanos de países populistas han empezado a reclamar, según recientes encuestas.

Este texto fue publicado en el periódico El Colombiano el martes 25 de junio de 2019

Nota

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