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Academia Opinión

Hidroituango: riesgo y responsabilidad

22/05/2018
Por: Francisco Cortés Rodas, Director Instituto de Filosofía, UdeA

"...¿es necesario o no construir represas en nuestras sociedades? (Lo mismo se puede preguntar sobre fábricas, sistemas de transporte, construcción de carreteras, edificios, puertos) ¿Por qué, si se sabe que su construcción generará consecuencias negativas en el entorno natural y social, los Estados y las empresas las han hecho aquí y en muchos países del mundo?..."

En la tensión que hemos vivido en Antioquia por la inminencia de un gran desastre en la represa de Hidroituango debo destacar el difícil, arriesgado y heroico trabajo de los técnicos e ingenieros de las Empresas Públicas de Medellín (EPM), la mesura de su gerente, Jorge Luis Londoño, la pronta asistencia de las organismos de prevención de desastres regionales y nacionales en el proceso de evacuación, el sufrimiento de los evacuados de las zonas de peligro y su disciplina y entereza frente al reto de tener que abandonar sus hogares.

Desconcertante fue la patanería y arrogancia del Gobernador Luis Pérez, —informando, desinformando y ocultando—, y la bravuconería del Alcalde Federico Gutiérrez, —que como no ve sino sicarios y matones—, no ha dimensionado aún la gravedad del riesgo-. Ha sido lenta la organización y asistencia alimentaria a las más de 2.500 personas refugiadas en los albergues. Sin embargo, EPM informó que ofrecerá a quienes no quieran permanecer en estos, que se les dará a algunas familias un subsidio de 1.100.000 pesos, para que estas puedan pagarse un arriendo en otro lugar.

En medio de todo esto, porque así es Colombia, nos hemos enterado de que nuestro país está ad portas de hacer parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Ingresar a este “club” supone que Colombia ha superado un test riguroso de cumplimiento de buenas prácticas en una serie de temas (medio ambiente, inversión extranjera, contratación estatal, educación, agricultura). Es probable que en esta evaluación la OCDE haya pasado por alto las consecuencias humanas, sociales y medioambientales que han producido los recientes problemas de dos grandes proyectos de ingeniería del país —el puente de Chirajara y la represa de Hidroituango—.

Sobre esta última megaobra realmente no pueden saber nada los burócratas de esta organización, pero vale la pena, aunque no haya tragedia, preguntarse cómo el proyecto Hidroituango superó el famoso test de buenas prácticas en medio ambiente, si lo hicieron. Y no solamente el de la OCDE sino el de otros organismos de control. ¿Los hicieron?

Por información proveniente de la Fiscalía General de la Nación nos enteramos que no se ha revisado la contratación estatal. Al parecer la firma brasileña Camargo Correa, miembro del consorcio constructor, estaría involucrada en un posible pago de soborno para quedarse con el contrato.

Tampoco se han valorado las demandas y protestas sociales que la población indígena y campesina de la región han hecho en los últimos años a los gobiernos departamentales para que controle y regule los efectos negativos sobre la naturaleza que produce la construcción de la represa y para que, ante la decisión política de hacerla, se les den a los despojados tierras, proyectos productivos y viviendas que les permitan reemprender sus formas de vida.

Los últimos gobernadores, Fajardo y Pérez,1 no prestaron atención a los efectos de la violencia directa asociada con este megaproyecto. Ha habido amenazas, torturas, ataques con explosivos y dos asesinatos de miembros del Movimiento Ríos Vivos. ¿Qué han hecho para proteger a las posibles víctimas? ¿Han ordenado investigaciones para dar con los responsables? De Puerto Valdivia hasta Caucasia dicen que nada. En suma, parece que es posible entrar al club de las buenas prácticas sin practicar bien ciertas prácticas.

Hechas estas quejas y reclamos me interesa plantear lo siguiente: ¿es necesario o no construir represas en nuestras sociedades? (Lo mismo se puede preguntar sobre fábricas, sistemas de transporte, construcción de carreteras, edificios, puertos) ¿Por qué, si se sabe que su construcción generará consecuencias negativas en el entorno natural y social, los Estados y las empresas las han hecho aquí y en muchos países del mundo?

¿Pueden construirse este tipo de megaobras de una forma que no destruya el entorno ambiental, social y humano? ¿Por qué el argumento de los ecologistas radicales que condenan toda intervención humana en la naturaleza es problemático? (Dicen: debemos vivir sin represas, metros, buses, volquetas, carreteras, internet, industrias).
_____________________________

1 El proyecto hidroeléctrico Ituango es de propiedad del departamento de Antioquia a través de su brazo IDEA, que tiene el 50,7 % de las acciones, y EPM, con 46,3 %.

Encuentre en el siguiente enlace la versión completa de este texto

En este enlace encuentre otro análisis de este tema el cual fue publicado en el periódico El Colombiano el martes 22 de mayo de 2018


Nota

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