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Academia Opinión

Estatuto del residente y ley que propone su remuneración

25/05/2018
Por: Carlos Alberto Palacio Acosta, Psiquiatra y Epidemiólogo Clínico, Decano Facultad de Medicina, UdeA

"...los problemas de la situación actual de las residencias o especialidades médico-quirúrgicas son complejos, afecta la calidad del talento humano en salud, originan otras situaciones adicionales no de menor gravedad: médicos que van al exterior a formarse en especialidades y luego regresan en alto numero a convalidar los títulos, sin que tengamos referentes adecuados para hacerlo..."

Hacia los años sesenta del siglo pasado, producto de la transformación en el modelo de educación médica mundial realizado por Abraham Flexner y los avances de conocimiento en la medicina, surgieron las especialidades en el quehacer médico, proceso que luego llevó a la necesidad de formación de los médicos en ellas. Colombia, ante su poca capacidad de desarrollo tanto científica como tecnológica, aprovechó desde las Facultades de Medicina existentes para enviar a sus profesores -especialmente a los Estados Unidos- para recibir “entrenamiento”. 

A su regreso estos profesores se encargaron de replicar su aprendizaje y sin una verdadera estructura pedagógica, didáctica, ni curricular, desarrollaron las especialidades médicas en el país.  El resultado al cabo de los primeros 30 o 40 años fueron unos programas de especializaciones médico-quirúrgicas sin la formalización adecuada y sin una construcción académica necesaria.

La nueva Constitución de 1991, la Ley 100 en salud que transforma el sistema colombiano y la Ley 30 de educación nacional en el año 1993, obligan a ambos sectores: el educativo y el de salud, a empezar todos los procesos normativos de formalización y de estructuración de la educación médica pos gradual.  En estos últimos 30 años se han tenido avances, pero aún existen grandes vacíos y procesos sin conceptualizar ni estructurar adecuadamente.

En este momento existen cerca de 200 denominaciones para las especialidades médicas en Colombia, sus planes de estudio y currículos no se encuentran bien formulados desde el punto de vista pedagógico y didáctico, no hay construcción en su gran mayoría de competencias a desarrollar,  ni habilidades y destrezas a adquirir, ni mínimos en actividades necesarios a realizar, pues los desarrollos han sido desiguales según programas y facultades.

En la dinámica educativa y de salud, la formación de médicos en especialidades se ha convertido en una dinámica de mercado difícil y compleja que termina afectando la calidad del talento humano formado como especialista. De 5.000 médicos que egresan en Colombia anualmente, solo 1.900 pueden acceder a los posgrados médico-quirúrgicos.  Ante una alta demanda de médicos queriendo acceder a especialidades y poca oferta de ellas, 30 Facultades de Medicina con 500 posgrados y 1.900 cupos, las universidades han visto la oportunidad de ofertarlas a altos costos de matricula que van desde los 8 a los 30 millones de pesos semestre.  

Existe además la situación que se presenta ante la crisis del sistema de salud y es que los residentes en formación en el país se convierten en “mano de obra” gratuita para las clínicas y hospitales sin que tengan acceso a reconocimiento económico por las actividades asistenciales que realizan. Es más, hoy las clínicas y hospitales reclaman a las universidades participación en los ingresos de matrícula, alegando costos por aceptar a los residentes. El gobierno nacional hace varios años a través del Icetex generó becas condonables para cerca del 50% de los residentes en formación, correspondientes a dos salarios mínimos mensuales vigentes; sin embargo estas no brindan la suficiente cobertura para todos.

Como se aprecia, los problemas de la situación actual de las residencias o especialidades medico-quirúrgicas son complejos, afecta la calidad del talento humano en salud, originan otras situaciones adicionales no de menor gravedad: médicos que van al exterior a formarse en especialidades y luego regresan en alto numero a convalidar los títulos, sin que tengamos referentes adecuados para hacerlo y así garantizar un proceso riguroso de esto, con consecuencias importantes: las dificultades de mercado al tener poca oferta de especialistas para las necesidades de país; ante los asuntos financieros deplorables las IPS pretendiendo entrenar a los médicos en las especialidades que necesitan, supliendo dificultades económicas al pedir reconocimiento a las universidades; profesionales con proyectos de vida afectados por los altos costos que deben asumir por la mera pretensión de realizar posgrado y para colmo, sin reconocimiento económico. Estas complejidades  requieren soluciones a corto, mediano y largo plazo.

Sin duda, algo que no amerita discusión es que la formación del medico pos-gradual debe hacerse desde las Facultades de Medicina, son las universidades quienes garantizan un proyecto educativo integral, no se puede ceder a quienes piensan que el asunto pasa solo por entrenar médicos para desempeñarse en actividades que demanden únicamente habilidades y destrezas; suficientes ejemplos ya hemos tenido como país para continuar descuidando la profesionalización de nuestro talento humano, la cual debe tener la integralidad, ética, estética y técnica; una misión y capacidad que solo tiene la academia.

Nos corresponde formalizar y estructurar adecuadamente estos procesos formativos, Ascofame y el reciente Consejo General de Educación Médica y su sala de posgrados han comenzado esta tarea; agrupación de denominaciones, estandarización de planes de estudios y currículos por especialidades con contenidos esenciales, curvas de aprendizajes con mínimos necesarios en actividades para alcanzarlas, entre otras cosas. Se necesita además un relacionamiento justo y procesos equitativos de responsabilidades y beneficios asumidos por clínicas, hospitales y universidades.   

Desde diferentes actores que lideraron la propuesta, acaba de ser aprobada, en plenaria de Senado, la Ley que garantiza el reconocimiento económico a todos los residentes en el territorio nacional y la racionalización en el cobro de matricula por las universidades pretendiendo regular el mercado, necesidad sentida desde hace muchos años, justa por demás, y apoyada desde nuestra Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.

Debemos seguir trabajando, existen muchos asuntos por enfrentar y coyunturas por resolver pero siempre teniendo como visión la calidad en el proceso de formación del talento humano en salud.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia. Escriba y envíenos sus columnas de opinión al correo electrónico: udeanoticias@udea.edu.co.

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