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Opinión

Biografía de un hombre bueno

26/10/2018
Por: Javier Henao Hidrón, abogado, Egresado Facultad de Derecho y Ciencias Políticas UdeA, Exmagistrado del Consejo de Estado

"...Cuando  “el gran doctor blanco”, como lo llamaban los negros africanos, falleció en 1965  a la edad de noventa años, los habitantes de la ahora independiente República Gabonesa  y el mundo civilizado, rindieron homenaje a uno de los hombres más representativos del siglo XX."

Reconfortante resultó  en mi juventud la lectura del libro “Albert Schweitzer.  Biografía de un hombre bueno”, en el que se narraba la vida y realizaciones del humanista que fue, primero, filósofo, teólogo y músico, después médico  que decidió ejercer esta nueva profesión entre población negra africana y, finalmente, Premio Nobel de la Paz.

De nacionalidad franco-germana, Schweitzer era hijo de un pastor protestante alemán. Nació en 1875 en Alsacia, por entonces parte del Imperio Germano y, desde 1918, reintegrada a Francia. Estudió en las universidades de Estrasburgo, Berlín y París, obteniendo  el doctorado en filosofía (1899) y la licenciatura en teología (1900), conocimientos que lo llevaron a escribir un libro tan interesante como controvertido, “La búsqueda del Jesús histórico”.

Pero se hizo conocer especialmente como músico, habiendo realizado giras por varios países europeos como  concertista de  órgano; era además pianista y demostró predilección por Bach, sobre el cual escribió  la biografía titulada  “J. S. Bach, el músico poeta”. 

A la edad de treinta años (1905), después de asistir en París a  misa dominical, llevó a su casa una hojita parroquial por la cual se informó de la degradante situación, a causa de pobreza y enfermedades,  de la población negra en Gabón, por entonces uno de los cuatro territorios del África Ecuatorial Francesa. “Tengo que ayudarlos –se dijo a sí mismo-, pero para ello necesito hacerme médico”. Conmovido e iluminado, tomó la decisión de dejar sus actividades habituales y empezar a estudiar medicina. Siete años después era médico cirujano, con especialización en enfermedades tropicales. 

En 1913, provisto de sus ahorros y de algunas donaciones voluntarias,  en compañía de su esposa Helene –enfermera de profesión- viajó a Gabón y en el pueblo de Lambaréné construyó, con ayuda de los nativos, su propio Hospital (después llamado Hospital Albert Schweitzer) al que dedicó el resto de su vida –con excepción de algunos años en los que, con motivo de la Primera Guerra Mundial  y por ser ciudadano alemán, fue confinado a campo de prisión en Francia-. 

En Lambaréné   vivió como  médico misionero  durante un poco más de cuarenta años  y atendió gratuitamente a la población negra enferma y de escasos recursos económicos (los pudientes sí debían pagar  por los servicios médicos recibidos). Cuando obtuvo el Premio Nobel de la Paz de 1952, invirtió el dinero del galardón  en ampliar y mejorar la estructura del  hospital y modernizar su dotación. 

En escritos y conferencias divulgó su idea de la Reverencia por la vida, donde expresa la necesidad del respeto por toda  manifestación de la vida, ya sea en el reino animal, en el vegetal o en el mineral. Su humanismo es consideración por la existencia y por la felicidad de cada uno de los seres humanos. Y pregona esta orientación: “Todos los que estamos en favor de los animales, dejemos totalmente el consumo de carne; y también hablemos en contra de él”. 

Cuando  “el gran doctor blanco”, como lo llamaban los negros africanos, falleció en 1965  a la edad de noventa años, los habitantes de la ahora independiente República Gabonesa  y el mundo civilizado, rindieron homenaje a uno de los hombres más representativos del siglo XX. 

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Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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