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Opinión

Adiós, María Teresa

14/01/2019
Por: Julio González Zapata, profesor Facultad de Derecho y Ciencias Políticas UdeA

"...Su partida nos entristece pero no debe desesperarnos: ¿Por qué no esperar que algunos de estos jóvenes que la oyeron o la leyeron o lo van a hacer, se suban en los hombros de esta gigante y logren visualizar esa Colombia con la que ella soñó?..."

Cuando se siente la muerte de una persona como un asunto personal, no tiene mucho sentido hablar de lo que ella representó para la sociedad, para la academia y ni siquiera de la pérdida tan irreparable que su partida significa para la Universidad de Antioquia. No hablaré sino de un dolor personal.

Hay muchos mejor preparados que podrán poner en las perspectiva de la historia, la sociología o la ciencia política los aportes que ella hizo para entender la tragedia que ha vivido (o ha sido) este país, pero sobre todo, y eso es lo que más espero, que algunos estudiosos con mayor entusiasmo y dedicación puedan ampliar las ventanas de esperanza que ella vislumbró en todos sus trabajos.

Quisiera hablar, repito, de la pérdida personal. Tuve con María Teresa unas relaciones básicamente de cafetería y corredores y en los últimos años, algunos pocos encuentros en la sala-estudio de su casa.

Es cierto que oí con mucho placer muchas de sus conferencias, de las cuales uno salía con alguna herramienta adicional para seguir cavilando sobre los problemas que nos plantea esta sociedad.

Y hasta tuve el atrevimiento de hablar junto con ella en algunos eventos académicos, en los cuales, su sola presencia, hacía aún más exigente la tarea de hablar ante un público que básicamente iba a oír la Maestra que desde hacía tantos años, ya era un oráculo sobre nuestro complejo país. También me leí, como si fuera un fan, sus escritos en la revista Estudios Políticos y otras publicaciones adicionales.

Pero lo que realmente lamento es que ya no será posible sentarse, con un tinto humeante y con sendos cigarrillos que se encendían uno tras otro, a hablar de nuestra Universidad de Antioquia, de nuestro país, del tiempo que nos tocó vivir, de los gobernantes que nos tocó soportar, de los movimientos sociales que podían encender una llama de esperanza, de la violencia que a veces parecía tan irracional, pero que sin embargo, cuando se le miraba con la lucidez que la acompañaba, se le podían encontrar unas explicaciones gruesas que se ramificaban en una cotidianidad que a veces resulta tan asquerosa, porque tiene una propensión casi irresistible a naturalizarse.

Cada una de esas conversaciones equivalía a cursos enteros. Y si no tranquilizaban, por lo menos aumentaban la curiosidad por entender un país tan doloroso como el nuestro. Y siempre, había una esperanza, a la manera de los hinchas del Medellín, que siempre esperamos hasta el último minuto para darle vuelta al sentido del partido.

¿Si toda esta tragedia había sido construida pacientemente durante tantos años, no será posible revertirla y desarmarla, pieza por pieza, así ello implique también muchos años de constante búsqueda y de paciente elaboración?

En fin. Ya las conversaciones no serán posibles pero nos quedan sus recuerdos y sus escritos. Y afortunadamente con ellos se puede continuar una obra, que como todas las obras humanas, tuvo que ser finita, pero que se puede prolongar indefinidamente.

Su partida nos entristece pero no debe desesperarnos: ¿Por qué no esperar que algunos de estos jóvenes que la oyeron o la leyeron o lo van a hacer, se suban en los hombros de esta gigante y logren visualizar esa Colombia con la que ella soñó? Una Colombia que sea capaz de escribir un derrotero histórico donde la política prevalezca sobre la violencia y se apoye en la justica.Y que la política se ejerza con un poco de transparencia y decencia. ¿O es pedir demasiado?


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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