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Opinión

¿Para qué debería servir la Escuela?

11/06/2020
Por: Jorge Iván Romero Morales, docente UdeA

«... la escuela será la puesta en marcha de situaciones de aprendizaje en las cuales los estudiantes se sientan implicados para luego poder despegarse de esta dependencia inicial para liberarse a medida que acceden a nuevos conocimientos...»

La calidad educativa depende de algunos factores que puedan determinar de cierta forma el desempeño académico de los estudiantes, reflejado en los resultados de las pruebas estatales, y en el desempeño socioeconómico del individuo en su vida laboral.

Pero también es indiscutible que tanto la inversión en el sector como la dotación de docentes con alta formación educativa y amplia experiencia laboral y pedagógica son considerados recursos o insumos indispensables en la generación de calidad educativa de la población (DNP,2010).

Ha sido una constante en los últimos años atribuir a la escuela como institución y al sistema educativo como acción del Estado, el fracaso escolar o la reproducción. Para este debate, Meirieu (1992) propone a la escuela cinco principios fundamentales sobre los cuales estaría anclada su legitimidad.

Al analizar las prácticas escolares y confrontar los procesos tradicionales de educación con las demandas y necesidades de los estudiantes, Meurieu busca dar respuesta a preguntas como: ¿para qué sirve la escuela? ¿qué representaciones se tienen del sujeto educable y de aquello que lo constituye? ¿Qué podría significar el “educar en la libertad”? ¿Podemos deshacernos de la violencia y de la agresividad en el acto educativo?

¿La autoridad es necesaria en educación? ¿Cuál finalidad se puede conferir a los aprendizajes? ¿Cuándo y cómo efectúa un sujeto un aprendizaje verdaderamente eficaz? ¿Cual es el lugar del deseo en el aprendizaje? ¿Cómo responder a una demanda cultural formulada por uno o unos sujetos? ¿Qué actitud debe tomarse cuando un sujeto parece necesitar ayuda particular para enfrentar una dificultad? ¿En cuáles ciencias humanas habría que buscar los aportes esenciales para realizar el trabajo de educar?

La escuela deberá ser ante todo un espacio de asombro y de descubrimiento, donde nada está completamente terminado. Para cumplir con su función de transmisión de saberes y para llevarla a cabo, el educador debe estar siempre dispuesto a tomar decisiones, a mantener un estado de análisis crítico de los resultados para abrirse a nuevas búsquedas, a nuevas acciones. La escuela debe disponer de un proyecto preciso al cual puedan referirse dichos resultados.

El acceso a los saberes demanda de la escuela, poner al alcance de los estudiantes herramientas conceptuales que les permitan pensar el mundo, los hechos y las cosas desarrollando la capacidad de abstracción. La escuela debería formar en cuatro tipos de saberes:

1) Capacidades metodológicas que condicionan todos los aprendizajes que se van a adquirir.

2) Competencias que permitan al estudiante comprender y dominar su inserción en la historia para llegar al verdadero sentido de las cosas que aprenden.

3) Desarrollar las facultades creadoras y el goce de la apreciación artística en la búsqueda de valores que reafirmen el sentido de humanidad acercando eficazmente los estudiantes a la cultura y favoreciendo la expresión, y por último.

4) Debe permitir a los alumnos elegir su opción profesional de la manera más lúcida posible. Formar profesionalmente al estudiante es también formarlo con autonomía y hacerlo capaz de evaluar por sí mismo los resultados de sus acciones.

Se afirma que el aprendizaje se efectúa en cada uno de manera activa y singular, por lo cual la tarea de la escuela será la puesta en marcha de situaciones de aprendizaje en las cuales los estudiantes se sientan implicados para luego poder despegarse de esta dependencia inicial para liberarse a medida que acceden a nuevos conocimientos.

Para lograrlo, se debe partir de los estudiantes y de sus necesidades e intereses, hacer una “mediación” para que accedan progresivamente a los conocimientos científicos. Solo tendrá sentido para el alumno aquel aprendizaje que realiza con éxito, el que interpela su capacidad cognitiva y contribuya a su construcción como persona.

Según Meirieu (2002), el ser humano comienza a aprender antes de hacer. Hay apropiación de un cierto grado de saber, antes de pasar a la acción.

Pero para comenzar a aprender se requiere de la voluntad y del coraje. La pregunta es ¿cómo despertar este coraje, para fortalecerlo y comunicarlo a otros? La idea de la autodidaxia no responde por sí sola al fenómeno educativo.

El aprendizaje se produce con el acompañamiento de otro que motiva, que ayuda a ver más allá y más claro. De ahí la importancia de generar un ambiente que favorezca la puesta en marcha de dispositivos que estimulen la inteligencia y que convoque la libertad y la creatividad del niño para que no solo aprenda la ciencia, sino que la invente de tal manera que la clase se convierta en la respuesta a una pregunta. Que haya una atmósfera que facilite al niño la construcción.

Ello implica una actitud del docente hacia la construcción y no hacia la instrucción. Sin negar la función de la clase, el maestro debería desprenderse de la responsabilidad del aprendizaje para pasarlo al otro, al alumno que a su vez reutilizará dichos aprendizajes para invertirlos en su proceso de aprender.

Remitiendo “al otro” su responsabilidad de aprender, el maestro hará lo mejor posible para evitar caer en la trampa del poder total y en la directividad.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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