Opinión

Participar e invitar a hacerlo se me presenta como una estrategia para la formación integral de los estudiantes y la cualificación de la propia visión que los profesores tenemos de la universidad. En una nación adormecida por una gran desconfianza en la democracia hay que entender que desde las prácticas educativas podemos empezar a modificar ese panorama.

La idea misma de democracia está fuertemente distorsionada por el populismo, la simpleza y la inmediatez en su comprensión. El populismo es una propuesta irracional y una práctica destructiva que parte de la idea de que se logra, mediante mayorías, imponer la voluntad a las minorías y eso es un error. La democracia no es un mecanismo para violentar sino un sistema general de búsqueda de consensos saludables. Es también el ejercicio de someternos a un sistema de pesos y contrapesos que regulan el ejercicio del poder y evitan toda clase de excesos.

La participación y la construcción democrática suponen el incremento previo de los conocimientos. Debemos saber quiénes son los que quieren tener la autoridad y el mando y debemos tener conocimiento de sus propuestas. Igualmente es imprescindible saber cómo se han desempañado los que han estado con el poder en sus manos, qué han realizado, qué han dejado de hacer. Todo esto requiere un mínimo conocimiento de la historia de la universidad, de la región y del país. De manera que participar en los procesos de selección de autoridades universitarias es una excelente ocasión para incrementar y fortalecer la formación socio-humanística.

Como la atmósfera universitaria es predominantemente cognitiva y crítica es el momento de fortalecer los valores de la comparación entre las propuestas. Una de las mayores debilidades de la democracia en Colombia es que todo parece dispuesto para que los ciudadanos salgan a votar embargados por afectos destructivos como el odio, la afiliación ciega, los resentimientos pero sobre todo la ignorancia. Sin conocimiento e ilustración ninguna democracia en el planeta es real y mucho menos saludable para las sociedades que la adoptan. Lamentablemente las contiendas electorales están dominadas por un ambiente totalmente opuesto. Para bien de las universidades esa actitud es mínima en los procesos de designación de rector.

Quiero llamar la atención sobre ejes centrales de las propuestas y lo candidatos: ¿Quién es? Trayectoria, logros. ¿Cuál es su visión de la universidad? ¿Qué papel o función le asigna al conocimiento, la investigación? ¿Cómo se está planteando la relación con el entorno? Hay muchos más asuntos, yo solo quiero desde esta columna invitar a participar reconociendo las propuestas y votando el 20 de febrero en la consulta. Esta  actitud  fortalece la universidad y es una  buena manera de dar ejemplo a la sociedad en un año electoral.

Nota

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