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Periódico Alma Máter

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Academia Sociedad

"Las universidades no fueron ajenas al conflicto”: Lozada

06/11/2018
Por: Pedro León Correa Ochoa - Periódico Alma Máter

El senador de la Farc habla sobre la presencia clandestina que tuvo el grupo guerrillero en las universidades, el trabajo de la academia en la implementación del Acuerdo y las propuestas de su partido frente a la desfinanciación de la educación.

Carlos Antonio Lozada, senador de la Farc. Fotografía: Diana Grajales López.

Carlos Antonio Lozada —o Julián Gallo Cubillos— visitó la Universidad de Antioquia el pasado 7 de septiembre de 2018. Lo hizo en calidad de senador de la República, representante del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común —Farc. Durante 39 años estuvo vinculado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo. Como comandante de esa organización guerrillera participó en el proceso de paz y tuvo un papel protagónico en el acuerdo de cese al fuego y dejación de armas. Lozada fue uno de los invitados por la Universidad al encuentro académico Universidad, Paz y Reconciliación.

Su papel en los diálogos de La Habana estuvo muy orientado a la reincorporación de las Farc, algo a lo que la Universidad le viene apostando decididamente. ¿Cómo ve esa apuesta?

Para nosotros es muy importante que las universidades y los distintos sectores se vinculen activamente a la implementación de los acuerdos. Este proceso de paz ha adolecido de esa apropiación de los acuerdos y pareciera que la sociedad entiende que es un acuerdo entre el Estado y las Farc. Solamente si los distintos sectores, desde sus posibilidades y condiciones, asumen ese compromiso de llevar la implementación a la realidad, va a ser posible, entre otras cosas, ponerle un tope a las fuerzas que se oponen, pero sobre todo a que el conjunto de la sociedad haga propio los acuerdos y, sobre esa base, logremos comenzar realmente la construcción de la paz estable y duradera en Colombia.

Por ello la Universidad ha hecho presencia con proyectos puntuales en los ETCR1 , con una interesante interacción de excombatientes, comunidad fariana, profesores y estudiantes universitarios, una mistura impensable hace un par de años…

Sí, ha sido muy importante. En los territorios donde el Estado no ha llegado con la contundencia, eficacia y eficiencia con la que debería haber llegado en el proceso de reincorporación, la presencia de universidades y de otros sectores sociales ha enviado una señal, si se quiere de esperanza, de que sí hay interés de acoger la llegada de los excombatientes a las tareas de la reincorporación. De alguna manera se va rompiendo esa estigmatización. Nosotros valoramos enormemente esas decisiones que han venido tomando distintas instituciones de vincularse y, a su vez, consideramos que eso genera una retroalimentación porque se comienza a tener otra perspectiva de lo que realmente es el proceso de implementación y de reincorporación.

Leía en un perfil sobre usted que en la guerrilla tuvo un rol destacado desde la clandestinidad. No es un secreto que las Farc tuvieron presencia clandestina en la Universidad de Antioquia, ¿en qué consistía esa presencia?

Yo fui comandante de la red urbana Antonio de Nariño que operaba en Bogotá. De los 39 años que duramos en la guerra, 19 estuve dedicado al trabajo clandestino en las ciudades. Teníamos toda una proyección para incidir en los distintos sectores de las ciudades, no tanto en la vía de infiltrarse, sino más bien de desarrollar un trabajo político y organizativo al interior de las universidades, de los barrios, de las fábricas, que de alguna manera recogiera la inconformidad que existía.

Frente al caso específico de las universidades, la grave problemática que afecta la educación, pero también problemáticas específicas de las universidades. De manera que más bien ha sido como una vinculación y compromiso de estudiantes, o de obreros en el caso de las fábricas, o de comunidades en los barrios. Eso en condiciones de clandestinidad siempre fue sumamente complejo de desarrollar porque, desafortunadamente en medio del conflicto, cualquier tipo de identidad o de afinidad significaba prácticamente quedar estigmatizado como un guerrillero, y eso llevó a situaciones muy difíciles y muy dolorosas en distintas universidades del país, incluso llegar a desaparecer dirigentes o activistas estudiantiles, a expulsarlos, o amenazarlos y llevarlos ahí sí a tomar el camino de las armas. La universidad no fue un escenario ajeno a todo el conflicto que se vivió en el país.

¿No le parece que ha tenido un costo muy alto para la Universidad esa cercanía: paros, daños a infraestructuras y, como usted mismo dice, vidas perdidas?

Es que no se puede ver en términos absolutos. En gracia de discusión pura podemos decir «bueno, es que las Farc firmaron la paz e hicieron dejación de las armas, pero no han acabado los conflictos». Nosotros éramos un elemento más dentro de un conjunto de conflictos que hay en la sociedad colombiana. La gente decía: «es que las Farc es el cartel más grande del mundo». Pero nosotros sellamos el acuerdo y siguen aumentando los cultivos, porque detrás de eso hay una problemática socioeconómica que tiene que ver con la tenencia de la tierra, con la falta de garantías para que los campesinos puedan producir de manera lícita y llevar esos productos al mercado.

El caso de las universidades es igual. Le puedo garantizar que en 5 o 6 años ojalá lográramos la paz también con el Ejército de Liberación Nacional, pero que la problemática universitaria va a seguir allí, es decir, los estudiantes van a seguir organizándose contra el alza en la matrícula, por la autonomía universitaria, por mejoras en la educación pública. Entonces no es que haya sido un plan perverso de las Farc el infiltrarse en las universidades para generar problemáticas. No, nosotros somos un elemento más que aparece dentro de todo el conjunto de la problemática social en las universidades, en los barrios, en el campo, pero lo que buscábamos nosotros con esa presencia era antes llevar consciencia frente a esa problemática y posibilitar que la gente se organizara para encontrar salidas y soluciones a esos problemas, pero en ningún momento la idea de destrucción, como se llega a plantear a veces.

En las últimas semanas, un potente movimiento social ha llamado la atención del país por la desfinanciación de las universidades públicas. Hoy la Farc está en el Congreso como partido político, usted mismo es congresista, ¿qué vienen haciendo en ese tema?

Con los parlamentarios que tenemos en este momento somos 8 y tenemos otras dos curules que estamos tratando de resolver. Además hay 43 parlamentarios que hemos denominado la Convergencia por la paz y la vida. Tenemos un compromiso grande por asumir la representación y la vocería de los sectores que históricamente han estado abandonados en nuestro país. Conocemos claramente la problemática de la educación pública. Estamos trabajando la idea de construir de la mano con las comunidades, sería en este caso con la comunidad universitaria, proyectos de ley que de alguna manera permitan iniciar desde el Congreso un debate a nivel nacional de cómo resolver estas problemáticas.

Ayer estábamos casualmente en una audiencia de la Comisión Primera, donde se discutió el tema del derecho a la educación, y nos encontrábamos con cifras donde servidores públicos vinculados al sector defensa son mayoritarios frente al número de servidores públicos dedicados a la educación. En un nuevo contexto del fin del conflicto, decíamos que esos recursos que se están yendo todavía para el tema de defensa, deberían ser canalizados hacia la educación pública. Cómo mejoramos las condiciones de los profesores y de los académicos, cómo invertimos en el tema de la investigación científica.

La paz lo que permite es precisamente que comience a discutirse en el país otras problemáticas que de alguna manera estaban ahí invisibilizadas por la existencia del conflicto. Y en eso tenemos obviamente un compromiso total, y toda la disposición para comenzar a construir salidas y proyectos de ley en un diálogo con las comunidades, que se puedan materializar en mejora de las condiciones. La crítica principal que nosotros hacemos es que, con la introducción del modelo neoliberal, lo que son derechos fundamentales como el derecho a la salud y a la educación, terminaron privatizados y se convirtieron en negocio. Ahí habría que poner el énfasis y la discusión en este momento.

Uno de los campesinos asistentes al encuentro académico, decía algo muy bello: «la paz es algo más que tres letras». ¿Qué es la paz para Carlos Antonio Lozada?

¡Hombre!, yo creo que para los que vivimos la mayor parte de nuestra vida en medio de la confrontación, yo se lo graficaría la posibilidad de salir a caminar tranquilamente por la calle, que el campesino pueda levantarse todos los días, sin preocupaciones, a arar la tierra. Que podamos convivir como viven las sociedades que han logrado niveles superiores de desarrollo, de cultura política. Pienso que es esencialmente poder vivir tranquilo, haciendo lo que le gusta hacer sin pensar en que le pueden pegar un tiro por la espalda. Ese es el símbolo de la paz: poder estar con los hijos, por ejemplo, algo que se nos negó durante todo este tiempo, sentarse en un parque a comerse un helado tranquilamente.

"La presencia de las universidades en los Espacios Terriotriales ha enviado una señal, si se quiere de esperanza, de que sí hay interés de acoger la llegada de los excombatientes".

Nota

1 Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación


Universidad, paz y reconciliación

Esta entrevista se realizó durante el encuentro Universidad, Paz y Reconciliación, organizado por diferentes dependencias de la Universidad de Antioquia. Durante tres días, cerca de 60 integrantes de la comunidad fariana de Antioquia, así como profesores, estudiantes universitarios e invitados internacionales, compartieron experiencias y aprendizajes de procesos de reconciliación en Colombia y en algunos países de América Latina.

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