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215

12/10/2018
Por: Wilson Orozco, profesor Escuela de Idiomas UdeA

"...si bien la Universidad lo ha dado todo de sí (a pesar de sus tradicionales escasos recursos), es, de nuevo, una obligación moral devolver a las generaciones del mañana lo que nos ha sido entregado con la sangre, el sudor y las lágrimas de todos aquellos que nos han precedido..."

A mi papá, uno de los tantos obreros que aportaron a la construcción de nuestro campus

Cuatro eventos me han hecho el más feliz de los mortales sobre esta cruel -aunque bella tierra: pasar el examen de admisión de la UdeA. como aspirante a filosofía; el nacimiento de mi hija (ahora estudiante de sociología del Alma Mater, por supuesto); la tercera estrella del Equipo del pueblo y, finalmente, casarme (ojalá por siempre; Dios y ella lo quieran) con la más maravillosa de las mujeres, también ella recién egresada de nuestra amada UdeA. La Universidad de Antioquia está, pues, en mi vida, en mi alma como se dice. Acá paso la mayor parte de mi tiempo. “Soy un orgulloso producto de la UdeA.”, así declaro siempre a todo aquel que indaga por mis antecedentes académicos.

El pasado martes, 9 de octubre, fue el día clásico de nuestra Universidad. La celebración de sus 215 años transcurrió entre música, discursos y reconocimientos en el teatro Camilo Torres, espacio que ha albergado a los más importantes personajes y a nuestros más destacados eventos. En dicha celebración se enalteció a aquellos que con su grandeza hacen aun más grande a nuestra Universidad; institución que ha sido, es y (esperamos) será por siempre patrimonio de todos los colombianos y antioqueños, estos últimos –sobre todo– más que obligados a conservarla. Se enalteció entonces a estudiantes de pregrado y de postgrado, a investigadores, a profesores (activos y eméritos) y, en general, a todos los servidores que han impactado positivamente dentro y fuera de ella.

De reconocer, por ejemplo, el trabajo de Gloria Elena Vélez, cuya visión logró crear esta formativa tribuna de opinión, que ha sido tan formativa como las aulas mismas. De reconocer para mí, sobre todo, su valor al alentar y defender la siempre frágil libertad de expresión precisamente desde esta tribuna. El conflicto siempre ha sido inherente a nuestra Universidad, pero ello se ha debido justamente a la libertad que se respira aquí. En dicha celebración faltó, eso sí, entre tanto enchaquetado, encorbatado y entaconada, que aparecieran en la foto aquellos que siempre parecen invisibles: todos los anónimos personajes (obreros y toda suerte de empleados) que han construido y han hecho grande también a nuestra Universidad.

En todo caso, ser parte de la Universidad de Antioquia es un privilegio, al punto que a veces piensa uno (ya que toda la vida ha estado uno aquí), qué se sentirá no pertenecer a este universo. Pero, a la vez, todo privilegio implica también (o debería implicar), una enorme obligación moral y ética. Porque si bien la Universidad lo ha dado todo de sí (a pesar de sus tradicionales escasos recursos), es, de nuevo, una obligación moral devolver a las generaciones del mañana lo que nos ha sido entregado con la sangre, el sudor y las lágrimas de todos aquellos que nos han precedido

Por ello también esta Universidad debería lograr además, no ser el privilegio de una minoría, sino el derecho y disfrute de muchos más. Bien lo dijo el Rector (o eso creí entender), que esta Universidad debería dejar de ser el privilegio de los mismos cinco mil admitidos semestre tras semestre, para convertirse igualmente en el derecho del resto de los cuarenta y cinco mil que no logran acceder a una educación pública debido a la falta de cobertura. Y si eso fuera así (ojalá el día no esté lejos), piensa uno que finalmente terminaríamos por ser una sociedad más ilustrada, más deliberante, y, por ende, más conflictiva intelectualmente, pero, también, más pacífica.

Para finalizar, ojalá tenga la oportunidad que, al morir, pueda reflexionar en ese preciso instante que bien valió la pena haber pasado por este cruel (y bello) mundo, si toda esa vida transcurrió entre los pasillos, los salones y los muchos espacios abiertos de la –por siempre– amada Universidad de Antioquia.

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Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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