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Emisora UdeA
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Objetivo 2

Los estudios realizados demuestran que la calidad es uno de los principales determinantes de la deserción y el rezago de los estudiantes durante las carreras universitarias. La deserción temprana (primer y segundo semestre), que hace diez años era del 11 por ciento está actualmente en el 24 por ciento y la deserción por cohorte se acerca al 48 por ciento.  La deserción se traduce en sillas vacías y representa un desperdicio de recursos públicos.  La disminución de la deserción contribuye significativamente al aumento de la cobertura de la educación superior, reflejada en el aumento del número de estudiantes matriculados en la universidad.

El problema de la deserción será asumido durante el trienio con diversas medidas. En primer lugar, se contribuirá al mejoramiento de la calidad de los niveles precedentes de la educación: formación a los normalistas del departamento, cualificación a los docentes de colegios públicos a través de maestrías de profundización y preparación en competencia lectora y razonamiento lógico a los bachilleres que van a presentarse al examen de admisión.

En segundo lugar, se cambiará el proceso de admisión para predecir en mayor medida el éxito académico de los estudiantes y su vocación para que ofrezca más oportunidades a los aspirantes de ingreso a la educación superior. Se reconocerá la trayectoria destacada en el bachillerato; se asegurará un cupo en la institución a los aspirantes con altos puntajes en la  prueba de admisión que no hayan pasado al programa que eligieron como primera opción; se ponderarán las diferentes pruebas de acuerdo a las competencias que se privilegian en cada una de las áreas del saber; finalmente, se introducirá una tercera prueba en el actual  examen de admisión dirigida a identificar la vocación del estudiante y sus competencias específicas para el programa al cual aspira. Se trata de elevar la calidad académica de los estudiantes partiendo de un proceso de selección fundamentado en la equidad y en el reconocimiento del talento y las competencias.

En tercer lugar, se acompañará a los jóvenes de manera más estrecha durante su permanencia en la Universidad. Una vez admitidos, es preciso disponer de estrategias de integración a la vida universitaria.  Ello supone desplegar políticas académicas, de bienestar y convivencia. Se realizarán ajustes curriculares, flexibilizando los requisitos y prerrequisitos de los cursos y se harán ajustes de fondo al reglamento estudiantil. Se mejorarán los programas de tutorías y asesorías, se configurarán cursos complementarios que llenen los vacíos de formación de los estudiantes, se apoyarán los observatorios de vida estudiantil.  Se generalizará la presencia de los profesores en los programas de pregrado y se refinarán las estrategias pedagógicas con la ayuda de tecnologías de la información y las comunicaciones. Como la deserción no se debe únicamente al bajo rendimiento académico sino a dificultades económicas, familiares o psicológicas, se profundizarán los esfuerzos de la Dirección de Bienestar para focalizar los recursos en la población más vulnerable y se aumentará la cobertura de los programas de alimentación, apoyo para transporte y psico-orientación.

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